De pie en el autobús, me cuesta mantener el equilibrio. Me dirijo a una casa familiar, por un tema de papeleo médico. ¿Siempre ha sido tan agitado este trayecto? Hoy resulta extrañamente movido, como si el asfalto se hubiera vuelto pantanoso o el conductor tratase de salvar las ruedas de un ataque de cocodrilos. Así, con el cuerpo zarandeado, tratando de no caer al suelo, me encuentro de pronto abrazada a una pareja de hombres jóvenes que hace un segundo se besaba y ahora me acoge con educación. Ya que estamos, nos abrazamos un momento. Por todo. El exterior está tan hostil. Los dos hombres y yo componemos un ramillete sorpresivo de flores, que se separan propulsadas por fuerzas centrípetas. No ha estado mal este trío fugaz; tu hombro en mi boca, su axila en tu nuca y así. Cada cual de regreso a su barra de sujeción, nos preguntamos con la mirada qué ocurre aquí en realidad. ¿Este conductor nos lleva a volantazo limpio, peleado con el mundo o consigo mismo, al límite de alguna íntima desesperación? ¿O el tipo conduce como todos los días, y somos nosotros los que hoy sentimos un zarandeo interior?

En la papelería, pido una carpeta con separadores para ordenar los papeles familiares que he venido a revisar. Una dependienta, con melena muy lisa, saca rápidamente tres carpetas distintas. Son iguales, dice sin mirarme. Las tres carpetas no se parecen en nada. Intento calibrar disimuladamente los tamaños de los separadores, me importa mucho que quepa lo que necesito clasificar, pero las tres carpetas llevan un envoltorio plastificado que no me permite abrirlas. Ni casi verlas. Son iguales, repite la mujer con un tono intimidatorio. Quiero ver el género que voy a comprar, podría decir yo. Pero me acabo llevando una carpeta que no sé si me sirve, para que no se enfade.

Hay desconocidos que te dan igual y otros que minan tu estado de ánimo con un solo reojo, por cuestiones indescifrables, quizás animalescas. Nunca sabré cómo eran las otras carpetas, ni qué emanaba esa mujer, o a quién me recuerda su melena escalofriante, para otorgarle ese poder sobre mí. ¿Desprendía ella una agresividad científicamente demostrable, o fui yo quien depositó, en su sombra, unos miedos personales?, me pregunto, mientras espero un autobús de vuelta, que a saber lo que nos depara.

QOSHE - Quién ha sido - Clara Sanchis Mira
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Quién ha sido

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11.11.2023

De pie en el autobús, me cuesta mantener el equilibrio. Me dirijo a una casa familiar, por un tema de papeleo médico. ¿Siempre ha sido tan agitado este trayecto? Hoy resulta extrañamente movido, como si el asfalto se hubiera vuelto pantanoso o el conductor tratase de salvar las ruedas de un ataque de cocodrilos. Así, con el cuerpo zarandeado, tratando de no caer al suelo, me encuentro de pronto abrazada a una pareja de hombres jóvenes que hace un segundo se besaba y ahora me acoge con educación. Ya que estamos, nos abrazamos un momento. Por todo. El exterior está tan........

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