Siempre me ha parecido admirable el supuesto epitafio que madame de Maintenon, marquesa de Maintenon, que fue primero la amante y luego la esposa de Luis XIV, es­cribió sobre ella misma al final de su vida y que reza así: “Según la larga experiencia que he acumulado, ahora que ya he superado las ochenta primaveras, he podido constatar que la verdad no existe más que en Dios y que el resto solo es una cuestión de punto de ­vista”.

La vida de Françoise d’Aubigné, que sería más adelante madame de Maintenon, es tan novelesca que se diría inventada. Pero fue real. Y en más de un sentido…

Nació en la cárcel de Niort, donde habían encerrado a su padre por falsificador, y era nieta de un calvinista en su día bastante conocido. Pese a ello, y por deseo de su madre, se educó en el catolicismo y pasó parte de su infancia en las Antillas francesas. Su padre aspiraba a cargos y reconocimientos que nunca obtuvo, así que la joven Françoise regresó a Francia con su madre siendo una niña morena, hermosa para los gustos de la época y muy vivaz, pero completamente arruinada. Tanto que fue recogida, por pura caridad, por una noble pariente suya de credo hugonote. Así entró en contacto con el protestantismo, aunque regresó al catolicismo, tras una temporada en un convento (siempre detestó los conventos), para complacer a la madre de su madrina, madame de Neuillant, que la tomó a su servicio como lo que era: una dama pobre que hacía funciones de sirvienta.

Voy abreviando: a los 17 años, su protectora le da a elegir entre el convento o el matrimonio. Y ella opta por casarse con el poeta a su vez protegido de la Neuillant, Paul Scarron, un cuarto de siglo mayor que ella y seriamente enfermo. Madame Scarron, ya casada, se convirtió en una célebre salonnière gracias al salón de su marido, por donde pasaban Racine o Madame de Sévigné y también la amante y favorita de Luis XIV, la Montespan, que a lo largo de doce años dio siete hijos bastardos al monarca.

A los 25 años, Françoise ya es viuda, sin hijos y de nuevo arruinada. Madame de Montespan la convirtió en institutriz de sus hijos mayores. Así la conoció el rey, que había legitimado a los dos primeros hijos varones de su hasta entonces favorita. El resto es previsible. Luis XIV la sedujo o ella se dejó seducir y pasó a ser la nueva favorita. Con una carac­terística peculiar, que fue cuidar del alma descarriada del rey libertino, al que retornó a la iglesia y los rezos. Se casaron mor­ganáticamente en secreto y terminó siendo reina de facto de Francia.

Décadas de convivencia con un rey que pasó a ser otro. Muchos testimonios de la época dan cuenta del cambio del monarca, tan absoluto como siempre, pero ahora permanentemente aconsejado por ella. Hay historiadores que atribuyen a su influencia la revocación del edicto de Nantes de 1685 e incluso el inicio de la guerra de Sucesión a la corona de España. Antes de morir aún fundó, recordando sus orígenes, una escuela para jóvenes damas nobles sin bienes de fortuna. En Saint-Cyr, en el edificio que ahora es la Academia Militar francesa.

Hasta aquí la historia de la Maintenon, que deja dos lecciones que sirven para todos los tiempos y lugares, también para estos nuestros: quien susurra al oído del poder acaba compartiendo, si no usurpando, ese poder. Y todo es cuestión del punto de vista. Así que hay que elegir muy cuidadosamente a los consejeros y entender que su punto de vista puede encerrar un error de perspectiva…

QOSHE - El punto de vista - Daniel Fernández
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El punto de vista

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11.02.2024

Siempre me ha parecido admirable el supuesto epitafio que madame de Maintenon, marquesa de Maintenon, que fue primero la amante y luego la esposa de Luis XIV, es­cribió sobre ella misma al final de su vida y que reza así: “Según la larga experiencia que he acumulado, ahora que ya he superado las ochenta primaveras, he podido constatar que la verdad no existe más que en Dios y que el resto solo es una cuestión de punto de ­vista”.

La vida de Françoise d’Aubigné, que sería más adelante madame de Maintenon, es tan novelesca que se diría inventada. Pero fue real. Y en más de un sentido…

Nació en la cárcel de Niort, donde habían encerrado a su padre por falsificador, y era nieta de un calvinista en su día bastante conocido. Pese a ello, y por deseo de su madre, se educó en el catolicismo y pasó parte de su infancia en las Antillas francesas. Su........

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