Haciendo buenos los pronósticos de un resultado muy ajustado, el PNV ganó ayer las elecciones por un estrecho margen de votos, aunque empató a 27 diputados con EH Bildu. No se registró, por tanto, el sorpasso acariciado por los abertzales, que hubiera sido el primero en la historia y hubiera conferido un valor especial a estos comicios. Aun así, la tendencia a la baja del PNV y la tendencia al alza de EH Bildu fueron anoche reconfirmadas, puesto que los primeros perdieron cuatro escaños respecto a las elecciones del 2020 y los segundos ganaron seis.

Más allá de la rivalidad que enfrenta a estos dos partidos, y que ha polarizado la campaña, sigue siendo pertinente subrayar que entre ambos suman para el nacionalismo más de dos tercios de los escaños del Parlamento vasco, lo que supone una proporción récord. Paradójicamente, eso ocurre en un momento en el que el respaldo a la independencia se halla en su punto más bajo en años.

Este dominio del nacionalismo vasco deja a los partidos de implantación estatal un espacio reducido. Aunque ayer tanto el PSE, la federación vasca del PSOE, como el PP ganaron diputados: dos el primero, que queda con doce, y uno el PP, que dispondrá de siete. Los socialistas tendrán además la llave de la gobernabilidad. Y no solo eso: también la de la mayoría absoluta que asegura un gobierno cómodo al PNV.

Las elecciones de ayer resultaron agónicas o casi agónicas para los otros partidos en liza. Sumar consiguió entrar en el Parlamento vasco con un escaño (dejando atrás el temor de un resultado pésimo como el de las elecciones gallegas), mientras que Podemos perdía sus seis escaños. Vox logró finalmente conservar el suyo.

Una vez conocido el escrutinio, y a corto plazo, no parece que las cosas vayan a cambiar mucho en el poder del País Vasco. En particular si, tal y como indican todas las previsiones, el PNV reedita su coalición de gobierno con el PSE. Otra cosa es que el PNV le haya visto las orejas al lobo y esté dispuesto a que la renovación, además de expresarse con la relativa juventud de su candidato, acabe expresándose también con nuevas políticas. Tampoco las consecuencias del 21-A deberían afectar demasiado en la esfera política española. EH Bildu no parece tener problemas para seguir apoyando al PSOE en el Congreso de los Diputados, aunque los socialistas pacten con el PNV en el País Vasco y hayan reiterado públicamente en campaña que en ningún caso lo harían con ellos. El presidente del Gobierno puede respirar aliviado con esos dos diputados que el PSE añade a su bancada, sobre todo si recordamos que en Galicia el PSdG perdió más de un tercio de los que tenía.

Con la independencia fuera del debate, relegada incluso por los partidos abertzales –y significativamente por EH Bildu, más partidario ahora del sirimiri que de las tormentas–, la campaña se ha centrado en lo que coloquialmente se denomina las cosas del comer. Es decir, las que afectan directamente a la vida cotidiana de los vascos y, por extensión, el modo en que las instituciones públicas las gestionan. La economía va razonablemente bien en el País Vasco. Pero la sanidad pública deja que desear, el acceso a la vivienda constituye también allí un serio problema, sobre todo para los jóvenes, y la industria tiene menos empleados que cuando el lehendakari Urkullu asumió el cargo, doce años atrás. Todo eso obligará al futuro gobierno vasco dirigido por el PNV a corregir sus políticas, tras haber sido muy criticadas en años recientes, lo que ha mermado su tradicional imagen de buen gestor. De no producirse esa corrección, la continua progresión de EH Bildu en las elecciones recientes podría poner en las próximas Ajuria Enea a su alcance.

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El PNV resiste el empuje de EH Bildu

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22.04.2024

Haciendo buenos los pronósticos de un resultado muy ajustado, el PNV ganó ayer las elecciones por un estrecho margen de votos, aunque empató a 27 diputados con EH Bildu. No se registró, por tanto, el sorpasso acariciado por los abertzales, que hubiera sido el primero en la historia y hubiera conferido un valor especial a estos comicios. Aun así, la tendencia a la baja del PNV y la tendencia al alza de EH Bildu fueron anoche reconfirmadas, puesto que los primeros perdieron cuatro escaños respecto a las elecciones del 2020 y los segundos ganaron seis.

Más allá de la rivalidad que enfrenta a estos dos partidos, y que ha polarizado la campaña, sigue siendo pertinente subrayar que entre ambos suman para el nacionalismo más de dos tercios de los escaños del Parlamento vasco, lo que supone una proporción récord. Paradójicamente, eso ocurre en un momento en el que el respaldo a la independencia se halla en su punto........

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