Una vez que Pedro Sánchez ha logrado la investidura con el apoyo del PSOE, Sumar, ERC, Junts, PNB, BNG, Coalición Canaria y Bildu, se abre una nueva legislatura, que tendrá como uno de sus principales objetivos poner en marcha los mecanismos políticos y jurídicos necesarios para lograr que sea aprobada y avalada jurídicamente la proposición de ley de amnistía que ha presentado el PSOE. Una vez se ha conocido el alcance de la ley, que afecta tanto a aspectos jurídicos como simbólicos, políticos y sociales, se podrá constatar si podrá seguir su curso y ser implementada. Ahora le toca al Estado decidir si se limita a mirar lo que ocurre, entendiendo que no le afecta o, por el contrario, decide intervenir para no poner en riesgo sus funciones e integridad.

La visión política de que el Estado perdona pero no pide perdón cimenta gran parte del rechazo a la amnistía pronunciado por el PP y Vox. Ambos partidos argumentan que el Gobierno, con Sánchez al frente, es el que ha conducido a la derrota del Estado frente al independentismo y, por lo tanto, exigen que se actúe para defender y preservar la igualdad de todos los españoles ante la ley. Su concepción del Estado no se ciñe a que se limite al buen funcionamiento de las instituciones y al cumplimiento de la Constitución, sino que pretenden confundirlo con la defensa de la nación, del pueblo, de la sociedad y de la monarquía para conseguir que la lucha contra la amnistía derive en más movilizaciones ciudadanas.

El PP debe evitar caer en la estrategia de Vox, que busca la explotación del mito nacional para que los ciudadanos se levanten contra los que ultrajan la nación y la quieren derrotada, pues la amnistía no trata de la autoestima del pueblo español. La proposición de amnistía trata sobre aquellas personas que incumplieron la ley para lograr sus objetivos políticos y se las perdona para que puedan seguir intentándolo pero ahora cumpliendo con la Constitución. Decía Norberto Bobbio que “solo se puede hablar de política si se mantiene una mirada fría sobre la historia”. Solo de esta forma se pueden evitar los excesos de retórica y así poder criticar y combatir la propuesta de amnistía desde la razón y no desde las emociones.