El gobierno y la gobernabilidad de España que propone explorar Pedro Sánchez en esta legislatura no persigue tanto crear las condiciones para levantar un sólido muro contra el peligro que encarna un posible gobierno del PP con Vox sino, más bien, lograr establecer hasta dónde llegan los límites de la estabilidad política para poder gobernar.
La transición que plantea Sánchez trata de dejar atrás la noción clásica que se tiene de la estabilidad política tradicional y avanzar en una estabilidad de rasgos posmodernos. Esta estabilidad posmoderna que se busca definir se basa en que cada uno de los ocho partidos necesarios para mantener la estabilidad del Gobierno se mueva en el escenario definido por la aritmética política, asumiendo que cada uno de ellos se moverá, bailará, con coreografías distintas. La estabilidad posmoderna será tan sólida como la tradicional, porque ninguno de los partidos que le dan forma puede quedarse fuera del escenario.
Mientras que la estabilidad política propugnada desde el PP está basada en restaurar el orden, la que plantea el PSOE persigue una transición hacia una estabilidad política que queda garantizada gracias a las urgencias que maniatan a los partidos que la hacen posible. La estabilidad política clásica se basa en la fuerza política del partido hegemónico, que garantiza la continuidad en el tiempo de las políticas emprendidas, mientras que la estabilidad política posmoderna se nutre del disenso entre todos los partidos que garantizan una gobernabilidad que les empuja a imaginar continuamente nuevos patrones políticos, hasta entonces nunca explorados, y que les permitan absorber los continuos desacuerdos.
La nueva legislatura nos traerá otra formulación de la estabilidad política que requiere a los partidos que sostienen al Gobierno que sus constantes exigencias no provoquen en los ciudadanos el miedo a la democracia. Por el contrario, si consiguen adaptarse al escenario propuesto por el PSOE para desarrollar una nueva forma de estabilidad política, dejarán sin efecto los intentos del PP de socavar la credibilidad del Gobierno apelando a que estamos ante un golpe de Estado permanente.
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