Una de las razones que llevan a muchas personas a quedarse al margen de la política es la confusión que provoca la interpretación técnica, científica y tecnológica, cada vez más alejada de la condición humana, de todo lo que ocurre a su alrededor. Si prestamos atención, vemos que los responsables políticos han dejado de usar la palabra asesinato cuando hablan de la muerte de una persona a manos de otra de forma violenta. El término asesinato, con toda su carga religiosa y cultural, es sustituido por expresiones neutras, sin tensión moral, como “fue muerto por arma blanca”, dando a la tragedia la connotación de un lamentable suceso, cuya gravedad será dirimida en los tri­bunales.

Lo mismo ocurre cuando se oculta el papel determinante de las pasiones en el ejercicio de la política y se intentan explicar las maniobras políticas para preservar o alcanzar el poder como un simple juego de aritmética parlamentaria; algo que hemos podido comprobar estos días en la política española. Son las pasiones como el poder, la libertad, la venganza, la justicia, la vanidad o la avaricia las que muestran con mayor precisión aquello que mueve a algunos políticos para llegar a acuerdos o para rechazarlos.

Al negarnos a llamar a las cosas por su nombre, hemos llegado al extremo de designar el amor como trastorno emocional, a tomar distancia y apartar del léxico la compasión, la caridad, la fe, la esperanza o el consuelo. Parece que los términos que muestran el alcance del comportamiento humano han de ser desplazados por interpretaciones técnicas, para hacerlas soportables en forma de estadísticas y datificación. Se critica el avance de la IA en la vida de las personas señalando que las deshumaniza, pero se domestica y amaestra el léxico hasta convertirlo en una mascota ociosa, sin impulso de responder a la llamada de su naturaleza. Debemos volver a llamar las cosas por su nombre para lograr desvelar que, muchas veces, la impotencia política no es más que pereza a actuar, que las guerras son producto del orgullo, que su combustible es el odio, y que las desigualdades sociales son producto, en buena parte, de la codicia humana.

QOSHE - Las cosas por su nombre - Fèlix Riera
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Las cosas por su nombre

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01.12.2023

Una de las razones que llevan a muchas personas a quedarse al margen de la política es la confusión que provoca la interpretación técnica, científica y tecnológica, cada vez más alejada de la condición humana, de todo lo que ocurre a su alrededor. Si prestamos atención, vemos que los responsables políticos han dejado de usar la palabra asesinato cuando hablan de la muerte de una persona a manos de otra de forma violenta. El término asesinato, con toda su carga religiosa y cultural, es sustituido por expresiones neutras,........

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