En cierta ocasión, pregunté a una persona muy querida: ¿cuál crees que es el sentido de la vida? Me respondió: “Vivirla”.

Suena a tautología, pero no.

Pertenezco a quienes creen que a la vida no es necesario otorgarle un sentido. La vida, sencillamente, es. Es algo tan grande, misterioso y bello, que no precisa de nada más. Se basta por sí sola.

Hay quienes no piensan así. Y buscan dar un sentido a sus vidas. No es estéril, pero no deja de ser una interpretación subjetiva de la propia existencia. O una forma de orientar los días a una misión. Algunos ponen el sentido de la vida en su profesión; otros, en la familia; otros, en sus creaciones; otros, en Dios.

Nada que decir mientras no migre a esclavitud.

El título de mi columna es el de un libro de Jaime Borrás Betriu, fallecido prematuramente en 1985. Si vives, vives siempre. Aparente sinonimia, de nuevo. No es así, pues vivir no es existir, sino saborear cada instante, mantener viva la curiosidad, no dar nada por sentado y maravillarse de que cada día salga el sol.

Hacemos por mor del futuro, sacrificando el sentido del hoy por los resultados del mañana. Es natural. Pero si somos capaces de gozar de la tarea, produzca o no los beneficios esperados, empeño y esfuerzo se emancipan y adquieren sentido per se. Eso, a diario, desemboca en un hoy que no siente nostalgia del ayer en ninguna etapa de la vida. Borrás lo expresó así: “Uno es tan joven como sus ilusiones, y tan viejo como sus recuerdos”.

Y eso nos lleva a la vejez. ¿Cuánto podemos prolongar esta actitud? La senectud se nos antoja una etapa decadente, donde menguan alegría y goce. Craso error. Lean El arte de envejecer, de Marco Tulio Cicerón, librito breve y delicioso. Su tesis: tal como vives durante la juventud y madurez, vivirás durante la vejez. Si has tenido una vida de inquietud por las cosas, proyectos personales y sed de conocimiento, tendrás una vejez de inquietud por las cosas, proyectos personales y sed de conocimiento. La vejez como prolongación de la madurez y esta, a su vez, de la juventud.

Tan simple, tan lógico, tan inesperado. ¡Tan brillante!

Cicerón nos dejó una lección impagable: no se envejece por dentro, solo por fuera. Jaime Borrás nos dejó otra: si vives, vives siempre.

Las dos, ahora sí, son lo mismo.

QOSHE - Vivir para vivir siempre - Fernando Trías De Bes
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Vivir para vivir siempre

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17.01.2024

En cierta ocasión, pregunté a una persona muy querida: ¿cuál crees que es el sentido de la vida? Me respondió: “Vivirla”.

Suena a tautología, pero no.

Pertenezco a quienes creen que a la vida no es necesario otorgarle un sentido. La vida, sencillamente, es. Es algo tan grande, misterioso y bello, que no precisa de nada más. Se basta por sí sola.

Hay quienes no piensan así. Y buscan dar un sentido a sus vidas. No es estéril, pero no deja de ser una interpretación subjetiva de la propia existencia. O una forma de orientar los días a una misión. Algunos........

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