Tengo un dilema entre mi espíritu de combate y mi cansancio de las noticias políticas. Por una parte soy una convencida de que hay que dar respuesta a cualquier discurso que vaya en contra de los valores y derechos esenciales. A la violencia verbal, la demagogia, las mentiras y las manipulaciones. La consigna “ninguna agresión sin respuesta (dialéctica)”, en los tiempos que corren, tiene todo el sentido.

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, habla a los medios en la cumbre de la UE en Bruselas

Vemos como la ultraderecha avanza en diferentes continentes. Como el populismo y el fomento del odio marcan agendas y resultados electorales. Como se crea un clima de lo más parecido al de los desastres de la Europa de hace apenas un siglo. Y todo, con unas nuevas formas de comunicación social que abonan la animadversión. La tendencia a reafirmarnos en nuestras propias opiniones y a denostar las contrarias. Ante este panorama, el silencio es dejar el espacio libre para que esta tendencia avance.

Al mismo tiempo, participar en el combate es mentalmente agotador. ¿Cómo hacerlo sin caer en la crispación y en la simplificación de argumentos? ¿Cómo no dejarse arrastrar por las salidas de tono y la tentación de construir frases aún más categóricas que tu contrario, más agresivas, facilonas y altisonantes?

La agudeza mental, el sentido del humor, la ironía, la imaginación a la hora de presentar argumentos son técnicas aconsejables. Lo difícil es tener las suficientes para hacer frente a tanto bombardeo. Conservar el tono, el talante, poner al adversario ante el espejo por el mero contraste de actitudes es otro camino. Pero muy suave ante tanta violencia. Ayer, en el bus, dos señoras hablaban de ello. “A mí, los políticos ya no me interesan –decía una–. Está todo tan alejado del sentido común, que he decidido no escucharlos”. La otra respondió: “A mí lo único que me interesa es que los hospitales puedan atendernos, se eduque bien a mis nietos, baje el precio de los alimentos y no tengamos problemas de agua y de luz”.

Argumentos, sentido del humor, imaginación, talante, hablar de las cosas de comer. No es fácil encontrar la receta. Acertar con los ingredientes y el equilibrio para hacer frente a tanto desasosiego.

QOSHE - Sin receta para el año nuevo - Gemma Ribas Maspoch
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Sin receta para el año nuevo

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20.12.2023

Tengo un dilema entre mi espíritu de combate y mi cansancio de las noticias políticas. Por una parte soy una convencida de que hay que dar respuesta a cualquier discurso que vaya en contra de los valores y derechos esenciales. A la violencia verbal, la demagogia, las mentiras y las manipulaciones. La consigna “ninguna agresión sin respuesta (dialéctica)”, en los tiempos que corren, tiene todo el sentido.

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, habla a los medios en la cumbre de la UE en Bruselas

Vemos como la ultraderecha avanza en diferentes........

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