Ambiente de montería en Madrid, donde muchos negocios, venganzas y acuerdos se cierran con una escopeta a la espalda, sentados en el tendido de una plaza de toros o con las pinzas del marisco en la mano. En Catalunya acostumbra a pasar en segundas residencias más o menos lujosas con vistas a la Costa Brava o al Cadí o en reservados discretos de restaurantes, algunos también marisquerías. Pero volvamos a la capital de las Españas, donde el principal partido de la oposición ha olido la sangre vertida por la herida abierta en el flanco del odiado Pedro Sánchez, que no consiguen echar. “La Gürtel del PSOE”, escribe con rara (o no tanto) unanimidad toda la prensa anti-Sánchez. Quizá deberíamos esperar a que aparecieran ordenadores destruidos a martillazos y pruebas y condenas por financiación ilegal de los socialistas antes de hacer comparaciones.

El desastre del caso Koldo tiene dos bombas de fragmentación incorporadas, una en el pasado y otra en el futuro. La del pasado es que las comisiones y sisas generalizadas de los miembros de la trama fueron sobre mascarillas, un material que provocó las peores imágenes durante la pandemia, con países robándose entre ellos la codiciada protección y todo tipo de arribistas corriendo a forrarse.

Hay un montón de causas pendientes por este motivo, algunas de postín, como la de Luis Medina, duque e influencer, y su amigo Alberto Luceño sobre el Ayuntamiento de Madrid. La de Koldo incluye un viejo conocido de la comisión y el marisco: el empresario Juan Carlos Cueto, empurado en el caso Defex de comisiones en la venta de armas en países africanos. Pero unir mascarilla y pandemia, muertos, administraciones desesperadas y arribistas hiperexcitados le añade un extra de indignación y desencanto.

La bomba de futuro es José Luis Ábalos. Sin dimitir, mientras reconoce que “alguna cosa había oído” sobre su hombre de confianza, se eleva a la categoría de zombi blindado por su condición de diputado. Su vía crucis de entrevista en entrevista promete una infección en el seno del socialismo que merecería una nueva temporada de The walking dead. De momento, no hay cuchillo tan afilado como para parar su errática marcha.

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Zombi sin control

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03.03.2024

Ambiente de montería en Madrid, donde muchos negocios, venganzas y acuerdos se cierran con una escopeta a la espalda, sentados en el tendido de una plaza de toros o con las pinzas del marisco en la mano. En Catalunya acostumbra a pasar en segundas residencias más o menos lujosas con vistas a la Costa Brava o al Cadí o en reservados discretos de restaurantes, algunos también marisquerías. Pero volvamos a la capital de las Españas, donde el principal partido de la oposición ha olido la sangre vertida por la herida abierta en el flanco del odiado........

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