Mañana sábado, en la biblioteca Gabriel García Márquez de Barcelona, se celebrará un homenaje al psiquiatra Luis Feduchi, fallecido durante la pasada pandemia a los 89 años. Difícilmente podían haber elegido un sitio más apropiado, ya que él y su mujer, Leticia Escario, fueron los mejores amigos del matrimonio García Márquez durante los seis años que estos vivieron en Barcelona a finales del franquismo.

A Luis, un madrileño que se mudó en 1959 a Barcelona para estudiar psicoanálisis, tuve la suerte de tratarlo bastante en los últimos tiempos. Era un hombre bueno, generoso e inteligente que siempre animaba la conversación con alguna anécdota sabrosa sobre su amistad con García Márquez y también con los otros escritores del boom latinoamericano que en un momento u otro pasaron por Barcelona. Daba gusto oírle hablar.

En el homenaje de mañana se presentará el libro Fuga, ruta, viaje, que reúne varias conferencias y entrevistas suyas, así como sus artículos y ensayos, que no fueron demasiados. Sus colaboradores y discípulos coinciden en calificarlo de socrático porque, al igual que el filósofo clásico, confiaba sobre todo en la transmisión oral del conocimiento. Ya he dicho que daba gusto oírle hablar.

Feduchi estaba especializado en los problemas psicológicos de los adolescentes. El título del libro alude metafóricamente a la travesía que todo ser humano inicia al llegar a la adolescencia. No es lo mismo darse a la fuga que ponerse en ruta o emprender un viaje. Lo primero es un “me largo, adiós muy buenas”; lo segundo, un “me voy y no sé cómo me irá”; y lo tercero, un “me voy de viaje pero con billete de vuelta”.

Esa travesía, en la que abandonamos buena parte de nuestro ser anterior para adentrarnos en el proceloso mar de la edad adulta, está plagada de obstáculos y desafíos, y el adolescente se ve constantemente sometido a la doble tensión de tirar adelante o quedarse atrás, explorar nuevas situaciones o retroceder hacia lo seguro, de acercarse a lo nuevo o refugiarse en lo conocido.

Que, hace no muchos años, a un delito cometido en esa etapa de desconcierto existencial se le aplicaran las sanciones propias de los adultos le parecía a Feduchi un doble castigo, que además condenaba al adolescente a la inadaptación y la marginalidad. El propio Luis Feduchi fue uno de los expertos que más influyeron para que en nuestra legislación la edad penal pasara de los 16 a los 18 años.

Xavier Mas de Xaxàs, en la necrológica que le dedicó en este mismo periódico, afirmó de él que “no sabía, dudaba, y fue a través de la duda como aprendió lo que pocos saben”. Seguramente esa relación suya de intimidad con la duda le aportó una sutileza conceptual al al­cance de muy pocos.

Para Feduchi no eran lo mismo la inclusión y la integración porque, mientras el individuo que se incluye se crea una identidad más rica, el que se integra pierde la noción de sus orígenes. Para él tampoco eran lo mismo la tolerancia y la transigencia porque, mientras la primera implica una idea de respeto hacia lo diferente, la segunda conlleva cierta condescendencia hacia la injusticia. (Feduchi reclamaba combinar tolerancia e intransigencia, y no al revés, intolerancia y transigencia, “como por desgracia ocurre con tanta frecuencia”.)

En fin, me gustaría tener ahora cerca a este practicante de la duda metódica de Descartes para consultarle no pocas cosas que tienen que ver con su especialidad. Por ejemplo, le habría consultado acerca de la actual proliferación de casos de disforia de género, que podrían ser consecuencia de diagnósticos reduccionistas a la hora de buscar explicación al malestar del adolescente consigo mismo. O, por ejemplo, le habría preguntado por las frecuentes propuestas legislativas para reducir la edad de voto hasta los 16 años, como ya se ha hecho en otros países de la Unión Europea. O, le habría pedido su opinión sobre el fenómeno de la educación en el hogar o homeschooling, que en países como Estados Unidos afecta ya a cinco millones de menores y que podría condicionar su desarrollo emocional e intelectual y sus habilidades sociales… Bueno, aunque ya hace tiempo que en mi casa no quedan adolescentes, rastrearé sus opiniones en las páginas de este Fuga, ruta, viaje.

QOSHE - Un diván para adolescentes - Ignacio Martínez De Pisón
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Un diván para adolescentes

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17.11.2023

Mañana sábado, en la biblioteca Gabriel García Márquez de Barcelona, se celebrará un homenaje al psiquiatra Luis Feduchi, fallecido durante la pasada pandemia a los 89 años. Difícilmente podían haber elegido un sitio más apropiado, ya que él y su mujer, Leticia Escario, fueron los mejores amigos del matrimonio García Márquez durante los seis años que estos vivieron en Barcelona a finales del franquismo.

A Luis, un madrileño que se mudó en 1959 a Barcelona para estudiar psicoanálisis, tuve la suerte de tratarlo bastante en los últimos tiempos. Era un hombre bueno, generoso e inteligente que siempre animaba la conversación con alguna anécdota sabrosa sobre su amistad con García Márquez y también con los otros escritores del boom latinoamericano que en un momento u otro pasaron por Barcelona. Daba gusto oírle hablar.

En el homenaje de mañana se presentará el libro Fuga, ruta, viaje, que reúne varias conferencias y entrevistas suyas, así como sus artículos y ensayos, que no fueron demasiados. Sus colaboradores y discípulos coinciden en........

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