“No puedo esperar a poseerte”. Es el mensaje que una tal Anne Le Cerf envía a su marido, Jean Topsent, suboficial del buque de guerra francés Galatée. Estamos en 1757 o 1758, el marino está preso en Inglaterra y nunca recibe la misiva de su mujer. Hoy quizás diría TQ o TA y llenaría el resto con emojis.

El historiador Renaud Morieux, profesor en la Facultad de Historia de la Universidad de Cambridge y en el Pembroke College publicó el 7 de noviembre un artículo en la revista Annales. Histoire, Sciences Sociales en el que explica el tesoro epistolar que halló en los Archivos Nacionales de Kew, también en el Reino Unido: 104 cartas enviadas a marineros franceses por sus novias, esposas, padres y hermanos y que nunca llegaron a sus destinatarios.

Los tres montones de cartas sin abrir que Morieux investigó

Se libraba la Guerra de los Siete Años, cuyos principales oponentes eran Francia e Inglaterra y en la que se dirimía el control colonial al este y el oeste de Europa.

Un total de 64.373 militares franceses resultaron encarcelados durante aquella contienda, 19.632 de ellos en Gran Bretaña. Muchos de aquellos soldados murieron por hambre o enfermedades, otros serían liberados.

El Galatée navegaba de Burdeos a Quebec cuando fue apresado en 1758 por la nave inglesa Essex, que lo envió a Portsmouth. El servicio de correo francés perseguía el rastro del barco por los puertos en los que estuvo antes de intentar cruzar el Atlántico. Nunca lo atrapó.

Hasta que decidieron enviar el fajo de cartas al enemigo, con la esperanza de que se apiadaran de aquellos cautivos.

Morieux sospecha que algunas de aquellas cartas fueron analizadas por los británicos por si tenían valor militar y, al verificar que no, las enviaron al olvido.

El estudio, publicado por Servimedia, es delicioso. “Estas cartas tratan sobre experiencias humanas universales, no son exclusivas de Francia o del siglo XVIII. Revelan cómo todos afrontamos los principales desafíos de la vida. Cuando estamos separados de nuestros seres queridos por acontecimientos que escapan a nuestro control, como la pandemia o las guerras, tenemos que descubrir cómo mantenernos en contacto, cómo tranquilizar, cuidar a las personas y mantener viva la pasión. Hoy tenemos Zoom y WhatsApp. En el siglo XVIII, la gente solo tenía cartas, pero lo que escribían me resulta muy familiar”, explicó.

Anne Le Cerf se atreve a poner por escrito el deseo que la posee y firma la carta como “tu obediente esposa Nanette”.

El estudioso descubrió la caja con las misivas en los archivos de Kew y la pidió “por curiosidad”.

“Estas cartas muestran a personas que enfrentan desafíos colectivamente. Hoy en día nos resultaría muy incómodo escribir una carta a una prometida sabiendo que las madres, las hermanas, los tíos, los vecinos la leerían antes de enviarla, y muchos otros la leerían al recibirla. Es difícil decirle a alguien lo que realmente piensas de él cuando la gente te mira por encima del hombro. Había mucha menos división entre lo íntimo y lo colectivo”, dijo Morieux.

Marie Dubosc también tenía a su esposo, Louis Chambrelan, a bordo del Galatée. Era el primer teniente. “Podría pasar la noche escribiéndote… Soy tu esposa para siempre fiel. Buenas noches, mi querido amigo. Es media noche. Creo que es hora de descansar”, le cuenta. Chambrelan nunca la leyó, aunque pudo volver a Le Havre en 1761, pero Marie ya había muerto, según descubrió el historiador.

Casi un 60% de las cartas están firmadas por mujeres y ofrecen información valiosa sobre los niveles de alfabetización femenina y el papel de la mujer en la guerra.

"Mientras sus hombres estaban ausentes, ellas dirigían la economía del hogar y tomaban decisiones económicas y políticas cruciales", dice Morieux.

“Lo que me traería más dolor es que te vayas a las islas”, excribe la hermana de Nicolas Godefroy, piloto en prácticas. “Las islas” era el Caribe, que no era precisamente un lugar de vacaciones. Había muchas posibilidades de palmar por enfermedad.

Las cartas denotan otra realidad: las familias más ricas podían enviar réplicas de la misma carta a diferentes puertos para que llegara al barco y a su marinero. El papel era muy caro, y no todo el mundo podía enviarlas. Por ello, algunos pedían a otras familias que insertaran mensajes para sus marinos en sus cartas. El 27 de enero de 1758 Nicolas Quesnel recibe desde Normandía una carta de su madre, Marguerite, de 61 años. Es al parecer analfabeta, y dicta (y lamenta) a un escribano: “Pienso más en ti que tú en mí. En cualquier caso, les deseo un feliz año nuevo lleno de bendiciones del Señor. Felicita a Varin”. Era un compañero de barco.

Morieux se dejó la vista descifrando pedazos de papel de ortografía enrevesada, sin signos de puntuación ni mayúsculas, con todos los centímetros cuadrados de papel caóticamente ocupados.

Hoy, casi tres siglos después, se envían unos 100.000 millones de whatsapp al día, y la última tendencia se dicta en números. Más por pereza que por ninguna clase de ahorro, se han establecido algunos códigos que evitan tener que escribir: el 11:11 se interpreta como un deseo de equilibrio para con otro; el 1437 significa “te quiero para siempre” (el 1 es “yo”, por el I inglés, de una sola letra, el 4 es el número de letras de “love”, el 3 de “you” y el 7 de “forever”)...

Las combinaciones podríamos decir que son 999: en lengua de hoy, infinitas.

¿Cómo expresaría hoy Anne Le Cerf el deseo que sentía por su esposo, preso de los ingleses? En concreto, podría decir 53x. Te deseo.

QOSHE - Maneras de expresar deseo - Ignacio Orovio
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Maneras de expresar deseo

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17.11.2023

“No puedo esperar a poseerte”. Es el mensaje que una tal Anne Le Cerf envía a su marido, Jean Topsent, suboficial del buque de guerra francés Galatée. Estamos en 1757 o 1758, el marino está preso en Inglaterra y nunca recibe la misiva de su mujer. Hoy quizás diría TQ o TA y llenaría el resto con emojis.

El historiador Renaud Morieux, profesor en la Facultad de Historia de la Universidad de Cambridge y en el Pembroke College publicó el 7 de noviembre un artículo en la revista Annales. Histoire, Sciences Sociales en el que explica el tesoro epistolar que halló en los Archivos Nacionales de Kew, también en el Reino Unido: 104 cartas enviadas a marineros franceses por sus novias, esposas, padres y hermanos y que nunca llegaron a sus destinatarios.

Los tres montones de cartas sin abrir que Morieux investigó

Se libraba la Guerra de los Siete Años, cuyos principales oponentes eran Francia e Inglaterra y en la que se dirimía el control colonial al este y el oeste de Europa.

Un total de 64.373 militares franceses resultaron encarcelados durante aquella contienda, 19.632 de ellos en Gran Bretaña. Muchos de aquellos soldados murieron por hambre o enfermedades, otros serían liberados.

El Galatée navegaba de Burdeos a Quebec cuando fue apresado en 1758 por la nave inglesa Essex, que lo envió a Portsmouth. El servicio de correo francés perseguía el rastro del barco por los........

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