Y  casi un chispazo sentimental: aquí a la vista, un sello de correos. Algo en peligro de extinción. La señora del estanco –de los pocos que aún quedan que expendan esta estampillas coloreadas– comenta que hay jóvenes que preguntan dónde se deben colocar en el sobre las, ya, raras etiquetas dibujadas. Pronto una reliquia. Una antigualla. Sobre-sello-carta. Otros tiempos. En especial en estos días las personas se felicitaban mandando postales, incluso cartas con su correspondiente franqueo y leyenda autografiada, personalizada; aproximadamente un asunto de consenso familiar –“a estos ya no”, “¡uf!, pobre, murió hace dos meses”–, candoroso, ingenuo y amable. Y en lo que va del ritual al trámite, hoy recibimos mecanizados deseos de felicidad tecnológicamente asépticos. Todos iguales. A granel. Aburridos y sin alma. Una diligencia disciplinada. Un paraquenosediga . Y vaya usted a saber si quien nos manda tan fervorosos augurios ni nos conoce o solo ha pulsado una tecla para sembrar de felicidades a toda la agenda al completo. ¡Vivir para ver!

Estamos ni más ni menos ante la nadala digital. Y la inminente desaparición del sello postal. Instituciones, empresas, particulares, cajas y bancos… todos saltándose el franqueo. Los boomers solventes echan de menos aquellos lametazos en el dorso engomado de los timbres. Un sabor que el recuerdo llena de imprecisiones: entre goma arábiga y medicamento. Una asquerosidad en toda regla. “Mucho criticarle, pero todos lamiéndole el culo”, esto se decía en el franquismo cuando la cabrona efigie del dictador asustaba también en los sellos y sobres. Los más atrevidos franqueaban con la estampilla bocabajo. Una rebeldía de salón. Colgado de la nostalgia el boomer cabal añorará aquellas felicitaciones cursis, nada vanguardistas pero tiernas y resultonas de Ferrándiz, un crac del asunto navideño, con sobres y sus sellos y dedicatorias caligrafiadas, personalizadas. De familia a familia… “y abrazos para todos”.

Con la mirada actual y su dictadura tecnológica: un tema friqui, antiguo, incomprensible para los más jóvenes, otro desespero para los boomers . Otra marginación. La fría comunicación. El imposible diálogo con la despersonalización virtual.

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Felices fiestas online

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31.12.2023

Y  casi un chispazo sentimental: aquí a la vista, un sello de correos. Algo en peligro de extinción. La señora del estanco –de los pocos que aún quedan que expendan esta estampillas coloreadas– comenta que hay jóvenes que preguntan dónde se deben colocar en el sobre las, ya, raras etiquetas dibujadas. Pronto una reliquia. Una antigualla. Sobre-sello-carta. Otros tiempos. En especial en estos días las personas se felicitaban mandando postales, incluso cartas con su correspondiente franqueo y leyenda autografiada, personalizada; aproximadamente un asunto de........

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