Hoy, caiga quien caiga, es el día de la rosa, que nace en América, cruza el Atlántico y alegra Catalunya, y el día de mi amigo Artemio, que se las sabe todas y encarga kilo, kilo y medio de rosas, para sus compromisos.

De unos años a esta parte, regalar una rosa se ha convertido en una ventana de oportunidades y allí donde hay oportunidades está Artemio, con su caña de pescar, su sillita plegable, la linterna, el sedal y un cubo de rosas en agua.

–¿Qué?, ¿pican?

–¡Hay que tener paciencia!

Al parecer, ya no hace falta estar enamorado para regalar una rosa a alguien, basta con profesarle sentimientos nobles, como el futbolista Cancelo con sus rivales, a los que trata de amigos aunque nunca le correspondan.

Lo malo de Artemio es que cuando piensa, no piensa una buena y llegado el día de Sant Jordi se convierte en un peligro para la humanidad y un mecenas de la floricultura porque, según dice, las mujeres le gustan, las admira, las quiere, las aprecia, las respeta y en cuanto puede y se dejan empatiza y les regala una rosa, empezando, claro está, por su esposa, que se lo perdona todo y dice que sinvergüenzas como Artemio no hay ­ninguno.

Pese a los tiempos confusos, sostiene que las cosas han cambiado menos de lo que parece, y si lo han hecho, tampoco le importa porque va a lo suyo y no hace daño a nadie. Él reparte rosas sin esperar libros porque dispone de biblioteca y nunca le aciertan los gustos, como le sucede al susodicho Cancelo, otro incomprendido.

Si por Artemio fuese, no habría hoy mujer en el mundo sin una rosa roja, un piropo blanco y un guiño verde sin fines ulteriores, no sea que alguien piense mal y acierte (yo, por ejemplo, también malicio que los practicantes del ciclismo dominical en ruta esconden algo y nadie se mete con ellos).

¿Doble vida? Y triple salto mortal. Gracias a la vida, que le ha dado tanto –le ha dado las flores, la risa, el llanto y mucho morro–, hoy se pondrá morado de obsequiar rosas, con una tarjeta muy formal.

–Artemio Llopis. Suscriptor de La Vanguardia. Esposo y siervo. A sus pies, señoras.

QOSHE - Deme kilo y medio de rosas - Joaquín Luna
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Deme kilo y medio de rosas

20 17
23.04.2024

Hoy, caiga quien caiga, es el día de la rosa, que nace en América, cruza el Atlántico y alegra Catalunya, y el día de mi amigo Artemio, que se las sabe todas y encarga kilo, kilo y medio de rosas, para sus compromisos.

De unos años a esta parte, regalar una rosa se ha convertido en una ventana de oportunidades y allí donde hay oportunidades está Artemio, con su caña de pescar, su sillita plegable, la linterna, el sedal y un cubo de rosas en agua.

–¿Qué?, ¿pican?

–¡Hay que tener paciencia!

Al........

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