De un tiempo a esta parte, he pisado notarías de Barcelona. Me gusta la atmósfera. Diría que hasta me pongo guapo y me echo colonia para estar a la altura. El milagro, sin embargo, nunca ocurre: aparece siempre un ilustre notario y no una ilustre notaria, como sería mi anhelo, aunque no tuviese las piernas largas.

Con los años y las confesiones de almohada, he descubierto que la gente, en los ratos libres, fantasea sobre profesiones y lugares en sus sueños eróticos. Domadores de circo con su látigo, agentes de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado –Legión Extranjera aparte–, financieros con despacho y vistas, barítonos y cosas del estilo. En cuanto a escenarios, abundan las calas solitarias, las terrazas urbanas bajo las estrellas, las salas de juntas de accionistas y lugares expuestos a la ciudadanía, a excepción de la delegación de Hacienda.

Los uniformes dan mucho juego entre las congéneres, a saber si por el influjo del patriarcado –el ortodoxo no, el otro– o porque un uniforme llevado con gracia, metro ochenta, porra y pistola tiene su punto. En este terreno, convendremos que los hombres tenemos menos oferta –un saludo a las gentiles azafatas de Iberia, líneas aéreas­ de España– y nos toca echarle más imaginación festivalera.

Lamentablemente, yo he crecido con señores notarios, incluso naturales de Consuegra, Peleas de Arriba o la lucense Villapene, a diferencia de las nuevas generaciones que podrán disfrutar de la feminización de tan noble oficio. Ya suponen el 61% de los opositores para las plazas convocadas este 2024, según el Colegio Notarial de Catalunya.

–Ilustrísima, ¿puede dar fe de lo que se me está ocurriendo?

–Firme aquí y allí. Así que le gusta el despacho...

Yo no digo que las ilustres notarias sean las sex symbols del siglo XXI –a mí solo me tocan notarios–, pero proyectan personalidades misteriosas, acaso por su principio de autoridad en una atmósfera liberal, la tentación de la mujer distante y ese aura de orden burgués llamado a ser pervertido, factores propicios para ensoñaciones eurovisivas.

Y además no lloran, ¡facturan!

QOSHE - Profesiones que nos ponen - Joaquín Luna
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Profesiones que nos ponen

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05.04.2024

De un tiempo a esta parte, he pisado notarías de Barcelona. Me gusta la atmósfera. Diría que hasta me pongo guapo y me echo colonia para estar a la altura. El milagro, sin embargo, nunca ocurre: aparece siempre un ilustre notario y no una ilustre notaria, como sería mi anhelo, aunque no tuviese las piernas largas.

Con los años y las confesiones de almohada, he descubierto que la gente, en los ratos libres, fantasea sobre profesiones y lugares en sus sueños eróticos. Domadores de circo con su látigo, agentes de los cuerpos y........

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