Las grandes hazañas de la humanidad suelen estar sobrevaloradas y obedecen a la necesidad, sin más, como lo demuestra la tortilla de patatas. Por gusto, lo que se dice por gusto, el hombre no pega ni sello y jamás habría salido de la caverna salvo que lo dispusiera su mujer, harta del troglodita Artemio.

La gente joven aspira en España a un piso de propiedad para vivir tranquila el resto de sus días y todo son facilidades, mercado inmobiliario aparte. Adquirido un piso, basta con llenarlo de muebles, cuadros impactantes –nada de pósters de la Quinta del Buitre– y una cama multiusos, tal que un pabellón deportivo en Ourense.

De repente, pasados unos años, el piso empieza a pedir una reforma. ¿Es más sencillo reformar la Constitución de 1978 o un piso de ochenta metros cuadrados?

Yo preferiría reformar la Carta Magna que mi piso, pese al dictamen de amigas cuyo eslogan electoral suele ser: ¡te quedaría de maravilla con unas reformas!

–¿Y eso qué significa?

Según las mujeres reformistas, cambiar de talante un piso urbano es sencillo: solo requiere unos días de ausencia –o semanas– y dinero, pero tampoco tanto porque hoy en día –recalcan lo de “hoy en día”, acaso insinúan que soy coetáneo del troglodita Artemio– abundan las soluciones simples en lo relativo al hogar.

–Y si tiras este tabique...

Aquí empiezan las emociones fuertes. ¡A quién no le gusta derribar muros en El Paso, Texas, superar la barrera del sonido volando y tirar los tabiques de su piso!

–Si están ahí, será por algo...

No. Están ahí, como el Everest, no para ser conquistados sino para ser derribados, aprovechando que existen brigadas de inmigrantes capaces de todo, incluso prometer que no dejarán una mota.

–Este baño quedaría precioso...

–¡Es una línea roja!

Dicha esta tontería, surge la teoría de que pedir un presupuesto no cuesta nada ni compromete. ¡Es gratuito! Vamos, como entrar a una tienda de ropa y pedir que te bajen un jersey que sabes que no vas a comprar.

–¡No pasarán!

–Artemio, no seas cazurro, que te va a quedar un piso precioso.

QOSHE - Reforma un piso y ganarás el cielo - Joaquín Luna
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Reforma un piso y ganarás el cielo

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28.03.2024

Las grandes hazañas de la humanidad suelen estar sobrevaloradas y obedecen a la necesidad, sin más, como lo demuestra la tortilla de patatas. Por gusto, lo que se dice por gusto, el hombre no pega ni sello y jamás habría salido de la caverna salvo que lo dispusiera su mujer, harta del troglodita Artemio.

La gente joven aspira en España a un piso de propiedad para vivir tranquila el resto de sus días y todo son facilidades, mercado inmobiliario aparte. Adquirido un piso, basta con llenarlo de muebles, cuadros impactantes –nada........

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