Hemos desprestigiado tanto a la escuela que a los maestros de antes ahora les llamamos profesores y donde se les hablaba de usted ahora se les dirigen de tú.

De la escuela acostumbramos a recordar las miserias porque, en realidad, ¿a quién le interesa la historia simple de un niño sentado en un aula? En colectivo el recuerdo es más placentero y, a medida que, por edad nos vamos alejando de aquellos años, pones el foco en lo aprendido.

Mis padres nunca discutieron la decisión de ningún maestro (ni tan solo de los que me daban con los nudillos en la cabeza o los que nos castigaban de cara a la pared). Se daba por supuesto que en la escuela el orden de los factores de mando se alteraba: primero el maestro, después los padres. Claro que vivimos en aquellos años en las escuelas escenas duras, esperpénticas e incluso dolorosas por intolerables pero eso no puede llevar la educación ahora al otro extremo: el del buenismo Kumbayá, Señor, Kumbayá, donde, después de los efectos psicológicos de tener a los niños encerrados por la pandemia del coronavirus, no podemos equilibrar al maestro a la misma altura del alumno en la forma (el error de quitar la tarima de las aulas) ni en el fondo (la sobreprotección del alumno por sus padres frente al maestro). Todo sobre una base terrible, la de tratar a esta generación como conejillos de Indias con una utilización tecnológica devastadora, hipersexualizados cuando su cerebro todavía está en formación y que les lleva a peligrosas conductas radicales. Lo siento, pero el móvil debería estar prohibido en las escuelas y deberíamos facilitar el trabajo de los maestros en la socialización de sus alumnos y en enseñarles que no hay que tener miedo a no hacer nada y que el pensar tiene efectos mucho más beneficiosos que el de la hipercomunicación.

¿Dónde ha quedado aquella educación revolucionaria de Rosa Sensat, Marta Mata, Maria Montessori, Joan Llongueres... basada en el humanismo, el contacto con la naturaleza, el valor de la música o la disciplina bien entendida?

Por supuesto que el resultado deprimente del informe PISA se debe a razones multifactoriales que a la mayoría se nos escapan, pero quizás ahora sería el momento de una gran revolución educativa. Nunca es tarde aunque lo parezca.

QOSHE - Una revolución escolar - Jordi Basté
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Una revolución escolar

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11.12.2023

Hemos desprestigiado tanto a la escuela que a los maestros de antes ahora les llamamos profesores y donde se les hablaba de usted ahora se les dirigen de tú.

De la escuela acostumbramos a recordar las miserias porque, en realidad, ¿a quién le interesa la historia simple de un niño sentado en un aula? En colectivo el recuerdo es más placentero y, a medida que, por edad nos vamos alejando de aquellos años, pones el foco en lo aprendido.

Mis padres nunca discutieron la decisión de ningún maestro (ni tan solo de los que me daban con los nudillos en la........

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