La ley de Amnistía superó ayer el trámite del Congreso y será una realidad dentro de dos meses cuando vuelva del Senado. Desde aquel comité federal del PSOE en octubre pasado, cuando Pedro Sánchez solemnizó su apoyo a la amnistía, hasta ayer, han pasado solo cinco meses, pero han sido de una gran intensidad por la oposición que ha despertado la iniciativa. Aquel día, el líder del PSOE afirmó: “El coraje a veces también se manifiesta haciendo realidad un dicho español bien sencillo y bien verdad, y es que hay que hacer de la necesidad virtud”. El PSOE apoyaba la amnistía, y Junts y ERC le investían presidente.

Sánchez lo tiene muy claro. Y por ello sigue esta máxima al pie de la letra. Lo ha vuelto a hacer con la decisión de prorrogar los presupuestos del año pasado. La decisión de Pere Aragonès de adelantar las elecciones ha sido la excusa perfecta para evitar una engorrosa y compleja negociación contra reloj con los independentistas catalanes para aprobar las cuentas del Estado de este año. Estaba claro que ERC y Junts habían entrado en una competición por ver quién de los dos podía obtener más tajada de la negociación presupuestaria. No estaba escrito en ningún sitio que Junts y ERC habrían facilitado la tramitación de las cuentas a cambio de la amnistía. La mejor prueba de ello fue la contundente intervención de la diputada republicana Teresa Jordà en la sesión de control de esta semana.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este jueves en su escaño

En estas circunstancias, Sánchez podía ver naufragados sus números o, por el contrario, si lograba convencer a los independentistas, podía aparecer ante determinada opinión pública como aún más rehén de sus socios de legislatura. La solución ha sido la de patada a seguir y esperar a ver qué sucede el 12-M en Catalunya, y cuando sea el momento de pactar los presupuestos del próximo año ya hablaremos. Ello también puede influir en la cadencia de reuniones de la mesa de negociación establecida entre el PSOE y Junts con el intermediario salvadoreño para tratar el conflicto catalán. Ahora hay menos presión. Está claro: hay que hacer de la necesidad virtud.

El problema importante, eso sí, son todas las inversiones y proyectos que se pierden tanto en España como en Catalunya. Y esto no tiene justificación.