Uno de los reportajes más crudos y conmovedores al mismo tiempo que recuerdo de mi colega John Carlin lo escribió en El País en el 2003 y tenía como protagonista a un agricultor ruandés, Marcelin Kwibueta, que se pasó nueve años en la cárcel por matar a su mujer Françoise. Lo que hacía llamativa la historia es el trasfondo del crimen. Fue una víctima más de los 800.000 miembros de la minoría tutsi que fueron asesinados en el intervalo de cien días por grupos de la etnia hutu en 1994. El genocidio de Ruanda fue producto de un odio y de una maldad inhumanos. Los hutus recorrieron pueblos y aldeas en busca de cualquier tutsi que encontraban para matarlo a machetazos o de la manera más cruenta posible.

Así sorprendieron al pobre Kwibueta, un hutu, que se
había casado con una joven tutsi. Los agresores le conminaron a que matara a su propia esposa si no quería ver morir también a todo el resto de la familia. “Mátame ya, por favor”, gritaba
su mujer. Y así lo hizo un desesperado Kwibueta, y por
ese motivo fue detenido y posteriormente amnistiado, cuando pudo explicar su experiencia.

Cráneos de víctimas en el Kigali Memorial

Se cumplen ahora 30 años de aquella horrible matanza. Vale la pena recordar también las crónicas que Bru Rovira envió para La Vanguardia durante aquellos días, donde a la brutalidad de los ruandeses se unió la indiferencia de las autoridades occidentales, que no hicieron nada para evitar la masacre.

El único aspecto positivo de este aniversario es celebrar que Ruanda es hoy un país más próspero, que crece a una velocidad del 7% de su PIB, y donde el sistema de gobierno de Paul Kagame, a pesar de sus carencias democráticas, ha impulsado la reconciliación de los dos bandos. Tres decenios de paz es un tiempo más que suficiente para pensar que aquella división tan visceral se ha podido superar. Por si acaso, bajo el régimen de Kagame, está prohibido definirse como hutu o tutsi. La esperanza es que en un país que tiene la media de edad, según el Banco Mundial, de 19 años es normal que se piense más en el futuro que en aquel trágico pasado.

QOSHE - Ruanda quiere olvidar - Jordi Juan
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Ruanda quiere olvidar

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06.04.2024

Uno de los reportajes más crudos y conmovedores al mismo tiempo que recuerdo de mi colega John Carlin lo escribió en El País en el 2003 y tenía como protagonista a un agricultor ruandés, Marcelin Kwibueta, que se pasó nueve años en la cárcel por matar a su mujer Françoise. Lo que hacía llamativa la historia es el trasfondo del crimen. Fue una víctima más de los 800.000 miembros de la minoría tutsi que fueron asesinados en el intervalo de cien días por grupos de la etnia hutu en 1994. El genocidio de Ruanda fue........

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