Vladímir Putin podía sentirse muy contento tras su aplastante victoria en las elecciones rusas del pasado domingo y por la evolución positiva para sus intereses del conflicto con Ucrania. Pero en el mundo del siglo XXI nada es lo que parece y nada está garantizado. La masacre causada por un grupo de terroristas en Kransnogorsk, cerca de Moscú, es un golpe a su imagen de autoridad y fuerza, y le acrecienta el frente político abierto con el Estado Islámico. No hay mejor excusa para tapar las carencias propias que buscarse un enemigo exterior, y, así, el discurso ayer de Putin estuvo lleno de insinuaciones sobre la posible participación de Ucrania en el atentado. Pero la reivindicación parece indicar claramente que los autores no tienen nada que ver con Kyiv.

Cuando se produce un atentado terrorista como el del pasado viernes, con una acción tan organizada y premeditada, con diversos activistas involucrados, es evidente que ha habido un fallo de los servicios de inteligencia y policiales rusos. No es una tragedia provocada por un lobo solitario incontrolado. En un país que actúa con un férreo control de su población y que incluso tiene capacidad para eliminar a sus oponentes allí donde se escondan, llama la atención un fallo de sus servicios antiterroristas como el del viernes. Y hace más patente un probable exceso de confianza de estos al no reaccionar ante el anuncio hecho el pasado 7 de marzo por la embajada de Estados Unidos en su página web sobre el riesgo “inminente” de un ataque terrorista en Moscú. Es más, parece que hubo información directa al Kremlin de los equipos diplomáticos de Washington y Londres.

No es comparable por la magnitud con la matanza orquestada por Hamas en Israel el pasado 7 de octubre, pero confirma la inestabilidad geopolítica del planeta, con tanta disparidad de actores dispuestos a provocar el caos. Hay que estar atentos a la reacción de Putin para que no aproveche la oportunidad para abrir otro nuevo foco o para actuar con mayor dureza contra Ucrania. No hay que olvidar la sangrienta respuesta que dio en su día al terrorismo checheno. Ante tanta convulsión, solo queda decir aquello de que les seguiremos informando.

QOSHE - Rusia también es frágil - Jordi Juan
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Rusia también es frágil

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24.03.2024

Vladímir Putin podía sentirse muy contento tras su aplastante victoria en las elecciones rusas del pasado domingo y por la evolución positiva para sus intereses del conflicto con Ucrania. Pero en el mundo del siglo XXI nada es lo que parece y nada está garantizado. La masacre causada por un grupo de terroristas en Kransnogorsk, cerca de Moscú, es un golpe a su imagen de autoridad y fuerza, y le acrecienta el frente político abierto con el Estado Islámico. No hay mejor excusa para tapar las carencias propias que buscarse un enemigo exterior,........

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