Si los catalanes tenemos memoria y somos justos, algún día, en algún pueblo o ciudad catalana podremos transitar por la calle de Santos Cerdán. Este político, hasta hace nada casi desconocido para el gran público, ha sido la revelación de la negociación que, si nada se tuerce (no lo descarten), la semana que viene volverá a hacer presidente a Pedro Sánchez.

Santos Cerdán tiene cara de eso que en las encuestas llaman español medio. No podía haber mejor interlocutor para Puigdemont que un español medio. No un español muy español, o un español poco español, que con esos el acuerdo siempre es más difícil. No, no. Sánchez les envió a un español medio. Un español con cara de levantarse temprano y montarse en el autobús que lo lleva a la Seat. Porque tiene cara de currante de la Seat, pero también de panadero de barrio, de técnico que viene a arreglarte la caldera, de barrendero, de señor que antes de llegar a casa pasa por el bar de abajo y le dice al camarero: “Jose, ponme un quinto que me voy”.

Santos Cerdán sabe lo que ha hecho el Osasuna el pasado domingo, y hace la rueda de prensa más importante de su vida y parece un entrenador de los noventa, rodeado de micros, como Luis Molowny o Leo Been­hak­ker. A Cerdán te lo puedes encontrar en la cola del súper, o poniendo súper 95 en la gasolinera del Alcampo, la que tiene el litro más barato. Va a la misma peluquería de tu tío Paco y si te lo encuentras por la calle, te saludará y te dará recuerdos para tu padre, que hace tiempo que no le veo.

Cerdán vivió el octubre del 2017 con angustia. Sufrió con los plenos del 6 y el 7 de septiembre, se indignó con las proclamaciones pirotécnicas de independencia, pero tampoco lo pasó bien cuando vio por la tele las hostias del 1 de octubre o cuando los Jordis fueron a declarar ante Lamela y ya no salieron. Y como él, hubo muchos españoles medios que lo vivieron así. Españoles medios que no se manifiestan, no hacen ruido. Y no son pocos; si no, Pedro Sánchez jamás hubiese sacado los resultados del 23-J.

Hacerse una foto en Waterloo con Puigdemont era quemarse a lo bonzo como político español. Pues Santos Cerdán se la hizo y no se le ve con quemaduras de tercer grado. Porque el español medio encaja que por una vez sus políticos hagan política. Que se vuelva a dialogar. En España tiene más adeptos el acuerdo que el desacuerdo, aunque los españoles nos empeñemos en querer demostrar lo contrario.

Santos Cerdán aterrizó hace más de una semana en Bruselas cargado de paciencia. No sabemos cuántas mudas llevó, ni si tuvo que pasar por algún Zara de la capital comunitaria para comprarse calzoncillos. El hombre llegó con una idea clara en la cabeza: yo no me voy de aquí sin los papeles firmados. Al texto le dieron mil vueltas, y en el redactado se nota la mano de algún experto (¿ha habido ya mediador?) en resolución de conflictos.

Cerdán ha aniquilado el discurso indepe de que España es un Estado fascista, con una democracia fake fruto de una transición errática. Además Feijóo se ha empeñado en cohesionar al español medio que sabe que el pacto de ayer no se puede comparar al 23-F, porque no se lo cree ni Feijóo. Por no hablar de Abascal, que a pecho descubierto y sin careta, se ha manifestado junto a nazis votantes suyos.

Si dejan trabajar a políticos como Santos Cerdán, la sangre no llegará al río. Mañana domingo te lo puedes encontrar paseando al perro o en la cola del pollo a l’ast sin levantar ninguna expectación. Será buena señal. Solo una petición a Sánchez. Si puede formar gobierno (no descarten lo contrario), no le nombre ministro. No le haga esa putada.

QOSHE - Calle de Santos Cerdán - Jordi Évole
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Calle de Santos Cerdán

9 40
11.11.2023

Si los catalanes tenemos memoria y somos justos, algún día, en algún pueblo o ciudad catalana podremos transitar por la calle de Santos Cerdán. Este político, hasta hace nada casi desconocido para el gran público, ha sido la revelación de la negociación que, si nada se tuerce (no lo descarten), la semana que viene volverá a hacer presidente a Pedro Sánchez.

Santos Cerdán tiene cara de eso que en las encuestas llaman español medio. No podía haber mejor interlocutor para Puigdemont que un español medio. No un español muy español, o un español poco español, que con esos el acuerdo siempre es más difícil. No, no. Sánchez les envió a un español medio. Un español con cara de levantarse temprano y montarse en el autobús que lo lleva a la Seat. Porque tiene cara de currante de la Seat, pero también de panadero de barrio, de técnico que viene a arreglarte la caldera, de barrendero, de señor que........

© La Vanguardia


Get it on Google Play