Tú crees que todo el mundo está pendiente del vertido de pélets en las playas gallegas y no te das cuenta de que hasta la semana pasada no sabías lo que eran los pélets. Tú crees que todo el mundo está pendiente de la aprobación de los decretos ómnibus y no te das cuenta de que hasta antes de ayer ni tú sabías lo que era un decreto ómnibus.

Vivimos en un mundo formado cada vez por más mundos. Mundos cada vez más pequeños, casi individuales, poco cohesionados, con muchas más caras de las que te ofrecen los titulares de portada de un periódico. Cada uno de nosotros acabamos montando nuestro mundo, nuestra burbuja, y pensamos que ahí adentro está todo, y lo que no está es porque no es lo suficientemente importante.

El ombliguismo es una enfermedad que no colapsa hospitales y para la que no existe vacuna. Pero es de los males más importantes de nuestra era. Solo lo que nos pasa a nosotros y a nuestro ombligo nos importa.

El ombligo puede haber cortado por lo sano con el cordón umbilical que nos hacía empatizar con lo humano. El ombligo puede, además, haberse tuneado hasta el punto de olvidar orígenes o dificultades vividas, hasta el punto de que nos quejamos de los que nos quitan el trabajo sin pensar en que uno mismo tuvo que dejar su casa para encontrar trabajo en otro lugar. Y así seguiríamos, porque cada ombligo, un mundo.

Se ha instalado una prolongación casi natural del ombligo: el smartphone. Todo hijo de vecino tiene ese aparato entre las manos más horas de las que sería necesario y aconsejable, los egoísmos y los individualismos exacerbados se convierten en egoísmos ilusos e individualismos de cartón. Generamos la ilusión de que somos lo felices que decimos que somos en el pie de foto de lo último que hemos colgado en la red social.

Trabajo en televisión, un mundo especialmente dotado para el ombliguismo. Fíjense en que nuestra lucha consiste en conseguir que el mayor número de espectadores vean a la misma hora y en el mismo lugar nuestro trabajo, y de eso depende nuestro futuro laboral. El domingo que viene estreno temporada y durante esta semana me pasearé por programas de radio y televisión para conseguir ese objetivo. Es un ejercicio que repito temporada tras temporada. Sin ningún rubor. Y lo mismo hacen directores de cine con película nueva, cantantes que publican su último hit o escritores que han ido a hablar de su libro. Los medios se convierten en un zoco donde cada uno vende su mercancía como puede.

Precisamente en el estreno de esta temporada entrevistamos a uno de los artistas más singulares que ha dado la cultura en lengua castellana en los últimos tiempos. Se trata de Antón Álvarez, más conocido como Pucho, y todavía más conocido como C Tangana. Tras años envuelto en polémicas, de transitar por el lado más bestia de la vida, no le importa reconocer su ambición desmedida: “He sido un chulo, he sido un prepotente, he sido muy inseguro, he tenido miedo”. Ahora no tiene manías para reconocer que le va a pasar como a todos los músicos “que sacas un disco bueno y luego ya vas cayendo hasta acabar siendo jurado de La voz ”.

Pucho, en su madurez artística, da una versión mucho más sosegada de sí mismo: “Esto de subirnos a los escenarios nos hace pensar que la gente se muere por nosotros, por nuestra música, por nuestra vida, y luego te das cuenta de que en realidad no le importas a nadie, que lo que les importa es su padre, su madre, pero tú en realidad no les importas”. Ojalá que con la nueva temporada consigamos contribuir, ni que sea un poquito, a que nuestros ombligos sientan interés también por otros ombligos.

QOSHE - Ombliguismo - Jordi Évole
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Ombliguismo

10 1
13.01.2024

Tú crees que todo el mundo está pendiente del vertido de pélets en las playas gallegas y no te das cuenta de que hasta la semana pasada no sabías lo que eran los pélets. Tú crees que todo el mundo está pendiente de la aprobación de los decretos ómnibus y no te das cuenta de que hasta antes de ayer ni tú sabías lo que era un decreto ómnibus.

Vivimos en un mundo formado cada vez por más mundos. Mundos cada vez más pequeños, casi individuales, poco cohesionados, con muchas más caras de las que te ofrecen los titulares de portada de un periódico. Cada uno de nosotros acabamos montando nuestro mundo, nuestra burbuja, y pensamos que ahí adentro está todo, y lo que no está es porque no es lo suficientemente importante.

El ombliguismo es una enfermedad que no colapsa hospitales y para la que no existe vacuna. Pero es de los males más importantes de nuestra era. Solo lo que nos pasa a nosotros........

© La Vanguardia


Get it on Google Play