He llevado el pelo a lo Puigdemont y necesité unos minutos para concentrarme en lo que decía. Solo me fijaba en su nuevo corte y me machacaba a preguntas: ¿habrá ido esta mañana a la pelu?, ¿habrá tenido tiempo de ducharse o llevará esos pelillos que se te pegan en el cogote y te pican? Y con este cambio de look, ¿quién me garantiza que el que comparece en Elna es el expresident? Cuando empecé a escucharle, vi que el discurso se parecía bastante al del Puigdemont que conocimos. Pocos políticos son capaces de presentarse a otras elecciones con la misma promesa que incumplieron en las dos anteriores y seguir generando entusiasmo.

Pero Puigdemont is different. No hay político en la Europa del Sur capaz de levantar la expectación que él levanta. Solo hay que ver la cobertura mediática que tuvo su conferencia. O como sus seguidores aclamaban sus anuncios, como si fuesen goles del Barça de Guardiola.

Nos hemos acostumbrado a que en algunas elecciones los políticos escondan las siglas de su partido. Lo hacía Feijóo en Galicia con el PP o Maragall (Pasqual) en Catalunya con el PSC. Acostumbran a ser formaciones de larga tradición, con unas siglas desgastadas por escándalos de corrupción, promesas incumplidas o simplemente por el paso del tiempo. Pero lo de Puigdemont es inédito: ya esconde el logo de Junts, partido fundado por él mismo hace poco más de seis años.

Y eso que en primera fila estaba toda la plana mayor del partido, con el dúo tragicómico Turull-Borràs a la cabeza. Pero del logo de Junts, ni rastro. Supongo que lo hace para unir el voto indepe. Habló de lista única y casi se le escapa la risa. Hubiese pagado por ver la conferencia con Junqueras al lado.

Es hábil, Puigdemont. Más de seis años lejos de su casa, y sigue presumiendo de astucia. Su mayor logro es no haber pisado ni el Tribunal Supremo ni la Audiencia Nacional, ni ninguna cárcel o calabozo en territorio español. No es poca cosa. Y si la ley de Amnistía sigue los pasos previstos, saldrá a hombros de Waterloo y entrará en Catalunya como el nuevo Timbaler del Bruc. Ayer empezó a tocar el tambor y retumbaron las paredes de los volcanes de Olot. Puso a todos en guardia. A los suyos y a los otros. Puede parecer que Puigdemont no tiene nada que perder. Igual no es así. Sus rivales tienen una gran oportunidad: ganarle en las urnas, no en los juzgados. Y no parece que a Illa o Aragonès les falten ganas. Sería muy humillante para el que se autopresenta como president no salir elegido. ¿Puede esa idea movilizar el voto anti-Puigdemont?

El jueves hubo muchos catalanes (veremos cuántos) que se emocionaron escuchando a Puigdemont, que compone discursos como Shakira discos: dice lo que su público quiere oír, con su dosis de rencor incluida. Escuchándole parecía que con él pudiésemos volver a tener opciones de ganar el sextete. Me recordó al Joan Laporta de la última campaña electoral, el que con un asado arreglaba lo de Messi. ¿Se acuerdan? Yo sí.

Quedan siete semanas. Es mucho tiempo en la política de la emoción. No sé cuántas performances nos tiene preparadas Puigdemont. Ayer descartó volver durante la campaña. Si Mahoma no va a la montaña, habrá mítines cerca de la frontera con peregrinaje de autocares al más puro estilo Basilea. Perpiñán ya fue un lugar al que los catalanes viajaron para ponerse cachondos.

De momento, con un solo acto, Puigdemont le ha sacado más partido a su exilio que Junqueras a todos sus años de cárcel. Es el crack de las puestas en escena, de los golpes de efecto. Por eso Puigdemont ya no es un político. Es un icono pop, capaz de posar mejor para un póster central de la Vale o de la SuperPop que para un cartel electoral.

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Puigdemont no se corta

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23.03.2024

He llevado el pelo a lo Puigdemont y necesité unos minutos para concentrarme en lo que decía. Solo me fijaba en su nuevo corte y me machacaba a preguntas: ¿habrá ido esta mañana a la pelu?, ¿habrá tenido tiempo de ducharse o llevará esos pelillos que se te pegan en el cogote y te pican? Y con este cambio de look, ¿quién me garantiza que el que comparece en Elna es el expresident? Cuando empecé a escucharle, vi que el discurso se parecía bastante al del Puigdemont que conocimos. Pocos políticos son capaces de presentarse a otras elecciones con la misma promesa que incumplieron en las dos anteriores y seguir generando entusiasmo.

Pero Puigdemont is different. No hay político en la Europa del Sur capaz de levantar la expectación que él levanta. Solo hay que ver la cobertura mediática que tuvo su conferencia. O como sus seguidores aclamaban sus anuncios, como si fuesen goles del Barça de Guardiola.

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