En una carta casi testamentaria dirigida a su mujer, Dolores Cebrián, escrita desde la cárcel poco antes de su muerte, Julián Besteiro le dijo: “Nunca hubiese podido dejarte cuantiosos bienes de fortuna, pero te dejo en cambio un nombre respetable que algún día, creo yo, habrá de imponerse a la consideración de las gentes”. Y, en efecto, el de Julián Besteiro era y es un nombre respetable, porque siempre fue fiel a sus principios éticos, por encima de sus intereses personales y de partido.

Besteiro, en una imagen de 1935

Templó su rectitud moral la escuela en que se formó (el Instituto-Escuela), donde conoció a don Francisco Giner, de quien dijo, pasados los años: “Fue mi maestro, fue mi padre espiritual, fue mi todo”. Después de ganar la cátedra de Lógica de la Universidad de Madrid en 1912, ingresó en el PSOE y en la UGT, donde alcanzó la cima y fue también objeto de contestación y ­marginación, que soportó sin quebranto de sus ideas, lo que se puso de manifiesto en varios episodios que admira recordar hoy, cuando el proceder de muchos políticos no tiene otro norte que su interés personal y de partido.

De la activa militancia socialista de Besteiro caben pocas dudas, como probó al liderar la huelga general de 1917, que le costó la cárcel. El reparto más justo de la riqueza y la mejora de la educación siempre fueron sus prioridades. Pero rechazó la violencia para alcanzar sus metas.

Desde muy pronto sostuvo que “la diferencia entre revolución y evolución no existe en el socialismo”, y por ello se opuso con éxito, en el congreso extraordinario del PSOE de 1921, a sumarse a la Internacional Comunista, lo que provocó la escisión del Partido Comunista de España. En este congreso, Besteiro fue elegido vicepresidente de Pablo Iglesias, lo que suponía nombrarle presidente a la muerte del Abuelo (1925). Su defensa constante del ideario socialista le llevó a encabezar el sector opuesto al radical de Largo Caballero y a la creciente influencia comunista.

En esta línea, Besteiro censuró la deriva revolucionaria de algunos dirigentes socialistas en 1934. En 1933 proclamó que “hacer un movimiento para implantar el socialismo mediante la dictadura del proletariado (resulta) un absurdo imposible en las circunstancias actuales”; y predijo que la insurrección sería un fracaso. Contestado en su partido, era respetado en España. Se presentó, en 1936, a unas “antevotaciones” (primarias), en las que fue barrido por Largo, que obtuvo el 92% de los votos. Pero en las elecciones de febrero de ese año, Besteiro fue, tras Azaña, el segundo candidato más votado del Frente Popular, mientras que Largo fue el segundo por la cola, por encima del comunista José Díaz. Los socialistas madrileños prefirieron al mo­derado Besteiro que al radical Largo Caballero.

Besteiro siempre estuvo abierto a negociar. Así, durante la dictadura de Primo de Rivera, para lograr avances de la clase trabajadora; y ya en la guerra, por encargo de Azaña, pidiendo al gobierno británico su mediación. Por último, y con el fin de poner término a la contienda, se unió al golpe del coronel Casado. Ahora bien, fue el único dirigente republicano que se quedó en Madrid cuando llegó la derrota.

“Me quedaré –dijo– con los que no pueden salvarse (…), lo que sea de ellos será de mí”. Detenido, juzgado y condenado a muerte, se le conmutó la pena por 30 años de prisión. Pasó por varias cárceles hasta llegar a la de Carmona, donde murió en 1940. Enterrado allí, sus restos se trasladaron en 1960 al cementerio civil de Madrid, donde reposan cerca de los de su maestro, don Francisco Giner.

El 23 de mayo de 1936, Besteiro pronunció en la sociedad El Sitio de Bilbao una conferencia titulada “El rumbo de la República”, en la que dijo: “La República conservará su buen rumbo o lo perderá, y eso dependerá en gran parte de que el Partido Socialista y la organización obrera conserven su rumbo o lo pierdan”. Lo mismo puede decirse hoy, a mi juicio, de la monarquía constitucional instaurada en 1978: conservará su buen rumbo o lo perderá dependiendo de que lo conserve o lo pierda el Partido Socialista. Está por ver.

QOSHE - Memoria de Julián Besteiro - Juan-José López Burniol
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Memoria de Julián Besteiro

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04.11.2023

En una carta casi testamentaria dirigida a su mujer, Dolores Cebrián, escrita desde la cárcel poco antes de su muerte, Julián Besteiro le dijo: “Nunca hubiese podido dejarte cuantiosos bienes de fortuna, pero te dejo en cambio un nombre respetable que algún día, creo yo, habrá de imponerse a la consideración de las gentes”. Y, en efecto, el de Julián Besteiro era y es un nombre respetable, porque siempre fue fiel a sus principios éticos, por encima de sus intereses personales y de partido.

Besteiro, en una imagen de 1935

Templó su rectitud moral la escuela en que se formó (el Instituto-Escuela), donde conoció a don Francisco Giner, de quien dijo, pasados los años: “Fue mi maestro, fue mi padre espiritual, fue mi todo”. Después de ganar la cátedra de Lógica de la Universidad de Madrid en 1912, ingresó en el PSOE y en la UGT, donde alcanzó la cima y fue también objeto de contestación y ­marginación, que soportó sin quebranto de sus ideas, lo que se puso de manifiesto en varios episodios que admira recordar hoy,........

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