A veces miro un programa de televisión en el que sale gente en­señando sus casas. Todas me parecían­, la verdad, bastante intercambiables (agradables, cómodas, pero sosas, atestadas de objetos con más horror vacui que gusto), hasta que observé algo que me llamó la atención. Me refiero a un tipo particular de vivienda, con cuatro o cinco características muy marcadas: sobria, de líneas rectas (parece una caja de zapatos); prácticamente sin color (una caja de zapatos gris), insonorizada, con calefacción y aire acondicionado; con los muebles indispensables, ellos también rectilíneos y de colores neutros, y pocos objetos decorativos o ninguno (una caja de zapatos gris vacía). Son viviendas construidas recientemente, en algún lugar solitario, frente a un paisaje espectacular, y todas tienen una pared (al menos) de cristal.

Quizá me excedo en la interpretación, pero yo diría que esas casas tan de moda reflejan la visión del mundo que hoy triunfa: el universo como algo perfectamente comprensible y organizado, sin recovecos ni misterios. Cuadriculado, abstracto, gobernado por la razón y que desprecia los sentidos. ¡Cuánto echaría yo de menos, si viviese en una de esas elegantísimas cajas de zapatos, los encantos de los viejos caserones! El olor a moho, a bodega, a chimenea, a establo, a hierba mojada cuando llueve; las distintas temperaturas de las habitaciones, según la hora, la orientación, la estación del año; el chirrido de la llave, el crujido de las puertas, el ulular del viento, el rumor de las olas, el canto de los gallos; el tacto ardiente de las baldosas de barro calentadas por el sol, el áspero de las esteras de paja…

En esas viviendas conceptuales, rectilíneas, cartesianas (¡cuánto echaría yo de menos, si viviera en ellas, lo retorcido, lo sinuoso, lo estrafalario!), los sentidos se reducen a uno: la vista. Un paisaje espectacular, pero enmarcado, protegido por un cristal, como el celofán en los supermercados o el preservativo en la cama. Algo que disfrutamos con la vista, pero que deja fuera el tacto, el oído, el gusto y el olfato. Cada vez más y en cada vez más ámbitos, como la arquitectura, nos relacionamos con el mundo como si fuera una pantalla.

QOSHE - Casas acristaladas - Laura Freixas
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Casas acristaladas

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27.01.2024

A veces miro un programa de televisión en el que sale gente en­señando sus casas. Todas me parecían­, la verdad, bastante intercambiables (agradables, cómodas, pero sosas, atestadas de objetos con más horror vacui que gusto), hasta que observé algo que me llamó la atención. Me refiero a un tipo particular de vivienda, con cuatro o cinco características muy marcadas: sobria, de líneas rectas (parece una caja de zapatos); prácticamente sin color (una caja de zapatos gris), insonorizada, con calefacción y aire acondicionado; con los........

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