Podemos exigió hasta el último momento que Irene Montero siguiera al frente del Ministerio de Igualdad en el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, desvelado el lunes. Pero fracasó. Según la dirección morada, el presidente había cometido un “enorme error” al prescindir de Montero. Aunque esta opinión no la comparten otras formaciones ni está extendida entre los españoles.

La ley trans y la ley del solo sí es sí son presentadas por Podemos como las dos grandes aportaciones de la etapa Montero al progreso colectivo. Pero tuvieron costes elevados. La primera causó un inédito y destructivo seísmo en el territorio del feminismo y repercutió en la cohesión del movimiento LGTBI. La segunda tuvo un serio efecto indeseado: concebida para proteger a las mujeres de las agresiones sexuales, acabó además reduciendo las penas de 1.205 condenados y excarcelando a 121 (según datos del CGPJ de septiembre), lo que desacreditó a sus mentores y ofendió a sus víctimas, y no solo a ellas.

La defensa de la candidatura de Montero empezó a manifestarse hace dos meses, cuando Ione Belarra, secretaria general de Podemos, y ahora también ministra cesante, dijo de su compañera que era la mejor titular de Igualdad y debía seguir. No era decir mucho, puesto que había tenido una única antecesora, a la que recordamos principalmente por acuñar el término miembra . Pero dicha defensa fue intensificándose poco a poco, y concluyó el martes con un traspaso de poderes de Montero y Belarra en el que afloró su rencor, resonaron los reproches a Pedro Sánchez o Yolanda Díaz y veladas amenazas a la estabilidad de la coalición de izquierdas. Todo ello escenificado puño en alto.

Cuesta entender que Podemos pusiera todos los huevos en el cesto de Montero. Realmente, ¿es su mejor activo? Ahora bien, no puede afirmarse que fuera la primera decisión sorprendente de este partido. Ya lo fue que Pablo Iglesias –con quien Montero forma un joven power couple de esencias leninistas– decidiera abandonar la vicepresidencia del gobierno, tras año y medio en el cargo. También lo fue que designara sucesora a Yolanda Díaz y luego se extrañara de que, en el ejercicio de sus competencias, tomara decisiones sin admitir tutelas de su promotor, desplegando por cierto unos modos más amables y políticamente más productivos.

En eso acertó Díaz, porque la fragmentación de la izquierda exige mucho diálogo y desaconseja todo intento de patrimonialización de este espacio político o toda tentación de extemporáneo culto a la personalidad. Lo primero es hacer amigos, por si se puede pactar luego con ellos. Lo sabe bien la vicepresidenta, que sonríe y abraza sin tasa.

Quizás los errores de Montero tengan que ver con su juvenil arrojo y con la rapidez de su ascenso: dirigente de Podemos a los 26 años, diputada a los 28, ministra a los 32 y exministra a los 35. Como cantaba Green Day, Too much, too soon . Quizás pueda decirse algo similar de Podemos, que en el 2011 tuvo la habilidad de embotellar bajo su propia marca el movimiento indignado del 15-M, y en el 2015 ya soñaba con merendarse al PSOE, porque era la tercera fuerza parlamentaria y tenía 69 diputados. Ahora tiene 5 y, a sus líderes, en las noches de insomnio, se les aparece el fantasma evanescente de Ciudadanos.

Pero acaso quepa atribuir además esos errores a la soberbia de los morados, que parecen haber llegado a la conclusión, también equivocada, de que en democracia los errores no se pagan. Pues sí, se pagan. A veces, tiempo después, en las urnas. A veces, antes. Los han pagado ya Puigdemont y el independentismo, en forma de apoyo a la baja. Los pagará, probablemente, el PSOE por las audacias de su líder, que él estima reparadoras, pero otros desaprueban más o menos ruidosamente.

Los pagará el PP de Feijóo por sus flirteos con Vox y por su insustancial estilo de oposición, basado en el descrédito del rival y la ausencia de alternativas propias, viables y de progreso. Pero, como decíamos, hay quien tiene el decoro de pagar los errores por anticipado, como el premier portugués António Costa, que corrió a dimitir cuando se le vinculó a un caso de corrupción, que luego se deshinchó.

¿Cómo no iba a pagarlos Montero, cuya ley ha beneficiado a quienes debía castigar y ha alarmado a sus víctimas?

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Del “solo sí es sí” al “Montero sí o sí”

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26.11.2023

Podemos exigió hasta el último momento que Irene Montero siguiera al frente del Ministerio de Igualdad en el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, desvelado el lunes. Pero fracasó. Según la dirección morada, el presidente había cometido un “enorme error” al prescindir de Montero. Aunque esta opinión no la comparten otras formaciones ni está extendida entre los españoles.

La ley trans y la ley del solo sí es sí son presentadas por Podemos como las dos grandes aportaciones de la etapa Montero al progreso colectivo. Pero tuvieron costes elevados. La primera causó un inédito y destructivo seísmo en el territorio del feminismo y repercutió en la cohesión del movimiento LGTBI. La segunda tuvo un serio efecto indeseado: concebida para proteger a las mujeres de las agresiones sexuales, acabó además reduciendo las penas de 1.205 condenados y excarcelando a 121 (según datos del CGPJ de septiembre), lo que desacreditó a sus mentores y ofendió a sus víctimas, y no solo a ellas.

La defensa de la candidatura de Montero empezó a manifestarse hace dos meses,........

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