Paseando por Sarrià-Sant Gervasi, veo el anuncio de una inmobiliaria que lleva este lema: la primera inmobiliaria ética de lujo en Barcelona. Me sorprenden, en tal cartel, dos cosas. Primero, que esté integrado en una parada de bus, cuyos usuarios quizás no compren pisos de lujo. Segundo, que de su texto se desprenda que la ética no existía aquí para las inmobiliarias de lujo hasta que esta empezó a operar. ¿En serio?

La publicidad, como todo, vive una era de cambios acelerados. Cuando priorizaba la prensa, a veces recurría a argumentos sutiles, seductores. Ahora, sobre soporte digital, se distingue por su estilo agresivo e intrusivo. Pretende imponerse al lector. Pero a menudo solo consigue incomodarle y ahuyentarle.

Todo acto humano tiene su lado publicitario (y sus efectos). Los tiene la negociación del PSOE con partidos periféricos, que lo asociaría al deseo de convivencia y estabilidad (o, según otros, reflejaría su genuflexión ante los independentistas). Los tiene la oposición del PP, con su defensa callejera de la unidad de España, presentada como un acto de dignidad (pero que evidencia la insuficiencia de sus votos). Los tuvo también la jura de la Constitución de Leonor, que fue un anuncio de la heredera por todo lo alto (y, también, una exaltación del régimen constitucional y de la monarquía).

Dicho esto, una cosa son los efectos de cualquier acto público y otra son los de los mensajes publicitarios expresamente concebidos, pagados y difundidos como tales para atraer clientes. La consecuencia de estos debe ser certera. O será contraproducente. No parece acertado anunciar una inmobiliaria de alto nivel cubriendo de sombras a la competencia ni tratando la ética como una rareza. Quizás no abunde. Pero, por ahora, aún nos alcanza para distinguir lo que está bien de lo que está mal.

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Mensaje inmobiliario

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05.11.2023

Paseando por Sarrià-Sant Gervasi, veo el anuncio de una inmobiliaria que lleva este lema: la primera inmobiliaria ética de lujo en Barcelona. Me sorprenden, en tal cartel, dos cosas. Primero, que esté integrado en una parada de bus, cuyos usuarios quizás no compren pisos de lujo. Segundo, que de su texto se desprenda que la ética no existía aquí para las inmobiliarias de lujo hasta que esta empezó a operar. ¿En serio?

La publicidad, como todo,........

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