Uno de los sapos que se tragó el PSOE en el pacto con Junts, suscrito a modo de ineludible pórtico de sus conversaciones, fue la aceptación de un mecanismo externo para acompañar, verificar y seguir el proceso de negociación y los acuerdos de él derivados. Sabemos ya que el portavoz del llamado “mecanismo de verificación” será un diplomático salvadoreño. Pero, según fuentes bien informadas, a pie de mesa no estará él, sino otros verificadores, cuya labor divulgará, llegada la hora, el embajador centroamericano. También ignoramos si en la labor de aquellos tendrá más peso la del acompañante, la del verificador o la del seguidor; es decir, cuál será su grado de interacción con las partes.

Las dudas en este ámbito tienen precedentes. Cuando ERC empezó a explorar la posibilidad de hablar con el Gobierno central, cuatro años atrás, sugirió incorporar un relator a las conversaciones. Un relator tiene poco que ver con un mediador: es alguien que se limita a hacer la relación de los asuntos debatidos o acordados, perfectamente prescindible si hubiera confianza entre las partes (cosa que no sucedía entonces en ERC ni ahora en Junts). Aun así, el Gobierno español rechazó dicha figura, y los republicanos se la envainaron.

Junts vio en tal renuncio una ocasión para sacar pecho y cuando el 23-J le dio la llave de la investidura de Pedro Sánchez obligó a recuperar la figura genérica del mediador, cuya función, como decíamos, va más allá de la del relator, e incluye terciar entre rivales, apaciguando sus ímpetus, limando sus diferencias y haciendo converger sus posiciones en dirección hacia un acuerdo.

Pero, al cabo de unas semanas, las figuras del relator y del mediador han cedido el paso a la del verificador, que incorpora otros matices. Ya no es un escribano que pone en negro sobre blanco lo que dicen otros, ni alguien con vocación componedora que anima a los contrarios a crear áreas de encuentro. Un ve­rificador es alguien que comprueba la veracidad o la exactitud del resultado obtenido en las charlas y, por tanto, de su nivel de materialización posterior.

Tanta variedad de conceptos manejados refleja la condición un poco errática y un mucho hiperbólica del independentismo, siempre presto a magnificar su base, sus sacrificios y sus objetivos (mientras pasa de puntillas sobre sus errores). También la refleja la elección del Centro para el Diálogo Humanitario Henri Dunant como proveedor de verificadores. Este centro, que lleva el nombre del cofundador de la Cruz Roja y primer Nobel de la Paz, y tiene a Javier Solana como presidente honorífico, afirma en la portada de su web que “trabaja para prevenir y resolver conflictos armados ejerciendo la mediación y un diplomacia discreta”. De ahí que le cuadre también a Junts lo de hiperbólico, puesto que en el caso que nos ocupa no hay conflicto armado, ni se espera.

Relator, mediador, verificador… El abanico de funciones es, como apuntábamos, diverso. Pero, en opinión del
PP, todas se reducen a una: la del humillador. Según dijo Alberto Núñez Feijóo en la manifestación del pasado domingo, a la que acudieron 15.000 personas –son cifras de los convocantes–, la inclusión de un verificador en las conversaciones es “una humillación in­soportable” para los españoles.

Personalmente, no he notado nada parecido. Pero no quiero ni imaginar lo que hubiera dicho Feijóo a propósito de la, supuestamente, ultrajada dignidad española si en lugar de un verificador se sentara en la mesa con PSOE y Junts un árbitro, con capacidad para dar o quitar la razón a las partes.

El PP se precipita. Por más que las presente como un proceso con efectos predecibles y catastróficos, las negociaciones entre PSOE y Junts son de fruto incierto. A mi modo de ver, para que los independentistas alcancen todos sus objetivos, lo que les vendría bien no es un verificador, sino un intercesor. Alguien con capacidad para lograr la intercesión, pongamos por caso, de la Virgen y los santos, en pos del favor divino. Si el Sumo Hacedor fuera sensible al requerimiento de tan altos lobbistas, quizás Junts tendría ya motivos para darse por satisfecho. O quizás no, y lamentaría no haber incluido en su lista de peticiones una figura más prosaica, pero también efectiva, como es el cobrador del frac. Por pedir que no quede.

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Relator, verificador... humillador

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10.12.2023

Uno de los sapos que se tragó el PSOE en el pacto con Junts, suscrito a modo de ineludible pórtico de sus conversaciones, fue la aceptación de un mecanismo externo para acompañar, verificar y seguir el proceso de negociación y los acuerdos de él derivados. Sabemos ya que el portavoz del llamado “mecanismo de verificación” será un diplomático salvadoreño. Pero, según fuentes bien informadas, a pie de mesa no estará él, sino otros verificadores, cuya labor divulgará, llegada la hora, el embajador centroamericano. También ignoramos si en la labor de aquellos tendrá más peso la del acompañante, la del verificador o la del seguidor; es decir, cuál será su grado de interacción con las partes.

Las dudas en este ámbito tienen precedentes. Cuando ERC empezó a explorar la posibilidad de hablar con el Gobierno central, cuatro años atrás, sugirió incorporar un relator a las conversaciones. Un relator tiene poco que ver con un mediador: es alguien que se limita a hacer la relación de los asuntos debatidos o acordados, perfectamente prescindible si hubiera confianza........

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