Es preferible no buscar precedentes en las acciones de los políticos que improvisan en función de sus intereses particulares en un tiempo concreto. De Gaulle decía que lo importante era crear buenos precedentes, pero él mismo improvisó en las excepcionales circunstancias de la guerra y se puso al frente de Francia en tiempos muy convulsos.

El futuro no está escrito y siempre se inventa. Hay que partir de la base, según decía Flaubert, de que nunca han existido grandes hombres vivos sino que es la posteridad la que los ha hecho grandes. La historia la escriben los otros, normalmente los vencedores, militares o morales, y casi nunca con los criterios del presente.

El panorama político español y catalán contiene paradojas interesantes. Es una anomalía, por ejemplo, que en Catalunya haya un gobierno con un exiguo apoyo de 33 diputados de los 135 que componen el Parlament. No es una situación temporal sino que viene de octubre del 2022 y se anuncia que durará hasta primeros del 2025. No encuentro un caso igual en el parlamentarismo europeo, donde se convocan elecciones cuando se pierde la mayoría en la Cámara.

Otra paradoja es que la gobernabilidad de España dependa de los siete diputados presididos por un europarlamentario que no puede regresar a España porque sería detenido. Pedro Sánchez y Carles Puigdemont han establecido una relación necesaria por los resultados del 23 de julio. Por intereses partidistas. Son las consecuencias matemáticas de unos resultados inesperados. El poder tiene un precio y Sánchez está dispuesto a pagarlo. Nunca un partido que es la quinta formación electoral catalana había tenido tanta fuerza. Las cuerdas están tensadas.

Hay divisiones en el PSOE; Sumar y Podemos han roto; los independentistas van cada uno por su cuenta y las derechas no suman ni se toleran.

El PP de Núñez Feijóo aprovecha las contradicciones de un gobierno frágil y en vez de esperar haciendo oposición para configurar una alternativa fiable cuando las urnas lo decidan, se lanza a la calle y se refugia en la mayoría del Senado como contrapeso al Congreso. Que administren el poder autonómico y municipal que tienen, que no es poco. El país se merece más seriedad para dar respuesta a tantos problemas colectivos de todo tipo.