El campo ha explotado y ha invadido carreteras con varios miles de tractores, que han transitado por las calles de las ciudades en una protesta que ha pillado desprevenidos a los gobiernos, a los sindicatos oficiales y al gran público urbano, que el miércoles recibió con aplausos el avance de la flota agraria mecanizada que aparcó en la Diagonal de Barcelona.

Las protestas en varios países europeos se han trasladado a Catalunya y a muchas autonomías españolas, a Italia y a Portugal. Las protestas van a confluir en Bruselas en vísperas de las elecciones para el Parlamento Europeo en las que la inmigración y el campo serán temas clave.

Inmediatamente, se han buscado culpables y se ha hecho una lectura política de esta explosión de ira del sector primario contra una cultura que ha menospreciado el campo y los agricultores, que producen los alimentos que consumimos todos.

Nunca he abandonado el contacto con la tierra que ha sido cultivada por mis antepasados. No hay una sola causa que explique el descontento de un sector que es esencial para la supervivencia de los humanos.

La percepción que he recogido conversando con muchos agricultores a lo largo de los años es que se gobierna en su contra. El cuidar el medio ambiente es una prioridad compartida por todos. Pero pretender que los campos sean jardines como los de la campiña inglesa es no entender el trabajo y los problemas de los payeses. ¿A qué viene la fiscalización de las tierras con una burocracia tan intrusiva? Los campos no se cultivan desde los despachos oficiales urbanos. El agricultor hoy se siente controlado por medidas que tienen más carga ideológica que sentido común.

La presidenta comunitaria Von der Leyen, con elecciones a la vista, ha reducido las exigencias sobre pesticidas y ha paralizado y revisado acuerdos comerciales con Mercosur y otros países que no cumplen las reglas medioambientales europeas. Los precios que percibe el productor han quedado fosilizados y los gastos suben cada año. Las compañías aseguradoras están desbordadas por las pólizas de la sequía, las granizadas y las heladas destructivas. Las promesas no se cumplen. Hay que entender la crisis y tratar a los agricultores con políticas justas e inteligentes. Contar con ellos como aliados y no como peligrosos adversarios.

QOSHE - Gobernar contra el campo - Lluís Foix
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Gobernar contra el campo

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09.02.2024

El campo ha explotado y ha invadido carreteras con varios miles de tractores, que han transitado por las calles de las ciudades en una protesta que ha pillado desprevenidos a los gobiernos, a los sindicatos oficiales y al gran público urbano, que el miércoles recibió con aplausos el avance de la flota agraria mecanizada que aparcó en la Diagonal de Barcelona.

Las protestas en varios países europeos se han trasladado a Catalunya y a muchas autonomías españolas, a Italia y a Portugal. Las protestas van a confluir en Bruselas en vísperas de las elecciones para el........

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