En una charla, Matthew Perry dijo que, cuando muriera, no quería que lo primero que se mencionara fuera Friends, sino que había intentado ayudar a personas que, como él, tenían una adicción. Obviamente, al viralizarse el domingo la noticia de su muerte, todo el mundo lo recordó por Chandler: es uno de esos desconocidos familiares que forman parte de nuestra vida a través de la tele y las innumerables reposiciones de la serie. El viernes pasado, el escritor Peter Kaldheim murió en plena actuación, durante un monólogo en la sala Cronopios de Barcelona. Ayer fue día de Difuntos, y ambos tuvieron quien los recordara. Además, han contado con obituarios en los medios. Pero podría no haber sido así.

Hace tres años, Kaldheim presentó El viento idiota (Temas de Hoy) ante un público con mascarilla, en la biblioteca Agustí Centelles. Contó que precisamente las bibliotecas públicas habían sido su refugio cuando, en medio de una tormenta de nieve, huyó de un mafioso al que debía dinero en Nueva York. Era 1987 y recorrió Estados Unidos de punta a punta. Viajaba en autobús o colándose en trenes de carga. Dormía al raso o en las bibliotecas, que tenían calefacción. Había pasado un tiempo en la cárcel por tráfico de drogas, a las que estaba enganchado; también era alcohólico. En los noventa superó sus adicciones, trabajó en la hostelería, y cuando se jubiló tres décadas después, escribió estas memorias, elogiadas por Don DeLillo. Lo bautizaron como “el último beatnik”.

Resulta irónico que, tras haber sido un vagabundo –una de esas personas a las que damos la espalda y fingimos no ver–, muriera cuando ha obtenido reconocimiento, y lo hiciera sobre un escenario. Tenía 74 años. El sinhogarismo acorta la vida hasta en 30, según Sergio Fanjul, autor de La España invisible (Arpa). Dos días antes de que Kaldheim muriera, el 25 de octubre, la plaza Nova se iluminó con 66 estrellas, que representaban a cada una de las personas sin hogar fallecidas los últimos doce meses en Barcelona; 29 de ellas vivían en la calle. De hecho, ha muerto una persona que vivía en la calle cada dos semanas, apunta la Fundació Arrels, que desde el 2016 ha ­dedicado ceremonias de recuerdo a 494 olvidados.

Quizá un par te sonaran –el hombre del cajero automático que ya no está, o el de la esquina de la plaza, al que, ahora que te fijas, hace tiempo que no ves–. Quizá, hasta cierto momento, tuvisteis biografías similares. Pero un error, un mal bache, una enfermedad sin diagnosticar, una adicción devastadora, un problema económico, una solución temporal que se alargó más de la cuenta, la soledad, la violencia y el desamparo, la marginación y creer que nadie puede ayudarte hicieron que sus historias acabaran pareciéndose a las de Kaldheim. Con la diferencia de que no tuvieron la oportunidad de escribirlas.

La memoria está en lo que permanece y en quienes se quedan. Los que se van no pueden controlar lo que se recordará de ellos. Y la fama –y aquello por lo que la obtuviste– siempre se antepondrá a cualquier otro reconocimiento. De todos modos, aquí va una humilde aportación a la voluntad de Perry: quería que se supiese que –con éxito o no, y aun complicando muchas vidas incluida la suya– había intentado ayudar. Ayer dedicamos unos instantes a nuestros seres queridos y cercanos. Y hoy, estas palabras a los desconocidos familiares, ya sean famosos o anónimos. In memoriam.

QOSHE - A los desconocidos familiares - Llucia Ramis
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A los desconocidos familiares

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03.11.2023

En una charla, Matthew Perry dijo que, cuando muriera, no quería que lo primero que se mencionara fuera Friends, sino que había intentado ayudar a personas que, como él, tenían una adicción. Obviamente, al viralizarse el domingo la noticia de su muerte, todo el mundo lo recordó por Chandler: es uno de esos desconocidos familiares que forman parte de nuestra vida a través de la tele y las innumerables reposiciones de la serie. El viernes pasado, el escritor Peter Kaldheim murió en plena actuación, durante un monólogo en la sala Cronopios de Barcelona. Ayer fue día de Difuntos, y ambos tuvieron quien los recordara. Además, han contado con obituarios en los medios. Pero podría no haber sido así.

Hace tres años, Kaldheim presentó El viento idiota (Temas de Hoy) ante un público con mascarilla, en la biblioteca Agustí Centelles.........

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