Por más teorías de la conspiración que proliferen, lo preocupante de verdad es que no hay nadie al mando. Es la conclusión de la película Dejar el mundo atrás, producida por los Obama y la más vista este fin de semana en Netflix. Según su tesis, lo máximo a lo que pueden aspirar los poderosos (ahora que no tienen ningún poder) es a estar informados antes que nadie, a tiempo para protegerse mientras todo se va a pique; protegerse mediante el aislamiento, protegerse de los demás.

Escena de la película 'Dejar el mundo atrás'

Hay una tendencia a explorar, desde la creación –no diría desde la ficción, porque la ficción ya no se distingue de lo otro–, los efectos de un sistema creado justo contra aquello que podría salvarnos. Ahora que la sensación ambiental es que llega a su fin, no es casualidad que el mundo aparezca también en los títulos de Martín Caparrós (El mundo entonces ) o Pere Antoni Pons ( Contra el món ), otros dos análisis sobre el colapso al que parecemos abocados y que hemos provocado nosotros mismos.

Lo que dábamos por supuesto se tambalea; los privilegios se toman como derechos y la popularidad se confunde con la influencia; las pruebas carecen de valor, nadie se responsabiliza de nada y la desfachatez queda impune. En un momento así, es difícil que los autores puedan escribir sobre otra cosa. La distopía no es el futuro, sino una reflexión sobre el presente, que quizá resulte más comprensible si se lee. En La Grande Librairie, Emmanuel Carrère dice que hay dos maneras de ver el mundo, una relativamente optimista y otra radicalmente pesimista. Para los primeros, el caos es una fase; para los segundos, es el fin.

Pienso que, si eres radicalmente pesimista, te fijarás en aquellos aspectos que te dan la razón. En cambio, si eres relativamente optimista, tal vez intentes cambiar las cosas para demostrar a los pesimistas que se equivocan. Claro que eso pasa por un reseteo. Y antes, por reconocer el fallo del sistema.

QOSHE - Fallo del sistema - Llucia Ramis
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Fallo del sistema

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20.12.2023

Por más teorías de la conspiración que proliferen, lo preocupante de verdad es que no hay nadie al mando. Es la conclusión de la película Dejar el mundo atrás, producida por los Obama y la más vista este fin de semana en Netflix. Según su tesis, lo máximo a lo que pueden aspirar los poderosos (ahora que no tienen ningún poder) es a estar informados antes que nadie, a tiempo para protegerse mientras todo se va a pique; protegerse mediante el aislamiento, protegerse de los........

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