Desde siempre, la humanidad ha tenido la necesidad de explicarse cómo y por qué ocurre todo aquello que contempla a su alrededor. En cierta manera, los periódicos son una respuesta a ese afán innato. A través de las informaciones, artículos, entrevistas y otros géneros tratamos de asomarnos al mundo y de entenderlo. Incluso a pesar de que, en ocasiones, el cúmulo de desgracias que contamos los periodistas en un mundo tan hiperinformado como el actual provoque cierta desazón en los lectores y les haga perder algo la esperanza en la condición humana.

No es de extrañar que estos días nos golpeen el ánimo con más intensidad las implacables imágenes de la destrucción en Gaza, que han ganado espacio en los noticiarios a los efectos terribles del segundo invierno de guerra en Ucrania, cuyo inicio provocó una ola de solidaridad en Europa de la que parecemos habernos olvidado. Nos inquietan el cambio climático y la implacable sequía o lo rápido que hemos pasado página sobre las necesidades de la sanidad una vez superada la pandemia de la covid, aunque estos días muchos ciudadanos, junto a médicos y personal asistencial, lo recordemos por el aluvión de visitas provocadas por la multitud de virus en circulación. Existen muchos más temores, unos ciertos, otros difusos y algunos inventados con ánimo torticero de manipular el voto.

Pero no les quiero amargar la Nochevieja porque, pese a todo, seguramente vivimos el mejor de los tiempos posibles, parafraseando a Dickens. Como escribió el genial autor, entonces, como ahora, “era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad…”. Las guerras se pueden evitar y se deben frenar. La ciencia y la tecnología nos ayudarán a mejorar la salud de las personas. Y La Vanguardia tratará de desbrozar los riesgos fabulados de forma interesada de los reales, con la honestidad de sus profesionales como herramienta. El último día del año es, en muchas culturas, excusa para la reflexión, la celebración y la esperanza. Un momento de renovación, de promesas de nuevos comienzos y buenos propósitos. Quienes hacemos este periódico les deseamos un 2024 guiado por la confianza y la ilusión.