San Ignacio aconsejaba no hacer mudanza en tiempos de tribulación, que es una manera de avisar que, cuando la situación anda revuelta, mejor no moverse. Eso es lo que parece que ha decidido hacer la vicepresidenta Yolanda Díaz ante la tormenta política que azota a los socialistas, con un PP desencadenado contra la amnistía y la corrupción por el caso Koldo.
Seguramente, más que al fundador de la Compañía de Jesús, ella hace caso a Paul Auster, que en su última novela, Baumgartner, también recomienda no precipitarse. Su protagonista se deja el cacillo de aluminio en el fuego tras hacerse los huevos pasados por agua del desayuno y, sin pensarlo dos veces, es decir, sin molestarse en buscar una manopla o paño de cocina, lo retira del fogón y se quema la mano, lo que provoca un brusco estruendo que se confunde con su aullido de dolor. Lo dicho, cuando se produce un incendio, por pequeño que sea, primero hay que respirar hondo y, a continuación, pensar cómo actuar para que el desastre no sea mayor.
Yolanda Díaz tiene toda una papeleta por delante: ha salido malparada de las elecciones gallegas; con el lío de las mascarillas no ha querido poner en aprietos al PSOE; ha sido orillada por los socialistas, que se han dedicado a buscar una salida al texto de la amnistía con los independentistas y la ha ignorado el PP en las sesiones de control del Congreso, porque su objetivo de caza es el presidente del Gobierno.
Con un escenario así, lo más fácil es quemarse con el mango del cacillo en el fuego, pero la vicepresidenta ha tenido dos ideas en los últimos días para, al menos, sacar la cabeza: ha anunciado un viaje a Palestina y una iniciativa para que cierren antes los bares y restaurantes. Ninguna de las dos ocurrencias ha pasado inadvertida, aunque ni la diplomacia española ni el sector de la restauración la han aplaudido.
En las encuestas del CIS, Yolanda Díaz llegó a ser la líder más valorada, por encima de Pedro Sánchez, pero el sorpasso duró poco. Su proyecto de Sumar se ha quedado a medio camino y su influencia en el Gobierno parece menor. Pero que nadie dude que seguirá dando guerra, por más que ahora haya decidido protegerse en la trinchera.
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