Hoy es 20-N. A tenor de los últimos autos sacramentales, seguro que alguien lo celebrará. Pero el calendario es finito y la competencia muy dura. Lo saben bien los concelebrantes de nuestro Onze de Setembre, que debe competir con otras desgracias como el magnicidio de Allende en Chile o los atentados de las Torres Gemelas en Nueva York. En el caso del 20-N, la construcción del relato tiene un pecado original. Según el historiador Ricardo de la Cierva, ministro de Cultura con Suárez, el dictador fascista Francisco Franco murió el 19-N, pero alargaron sus constantes vitales hasta la madrugada para que la fecha coincidiera con la muerte de José Antonio Primo de Rivera, fusilado el 20-N de 1936 y transformado en mártir útil para la propaganda del régimen.

Diversas personas celebraron el 20-N el año pasado en la plaza Oriente de Madrid

Las ironías del azar habitan el calendario y el 20-N también se puede rememorar la muerte violenta del líder anarquista Buenaventura Durruti, asesinado el mismo día que fusilaron a José Antonio. En cambio, el asesinato gálico del vasco Santiago Brouard se perpetró el 20 de noviembre de 1984 no por azar sino por razones simbólicas, y el de Josu Muguruza en 1989 tampoco fue ajeno al simbolismo del 20-N.

Al principio de la transición tal día como hoy eran frecuentes las celebraciones de simpatizantes del franquismo. Muchos ayuntamientos democráticos cambiaron el nombre de las calles dedicadas al 20-N. En Rubí, la actual calle de Francesc Layret se llamaba 20 de Noviembre. En cambio, las ciudades mexicanas están llenas de calles dedicadas a esta fecha. Las hay en Oaxaca, Morelia, Durango, Veracruz. Antes de que hiperventilen, los neonostálgicos del franquismo que hoy ocupen las calles deberían saber que conmemoran el inicio de la revolución mexicana contra la dictadura de Porfirio Díaz.

QOSHE - Porfía callejera - Màrius Serra
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Porfía callejera

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20.11.2023

Hoy es 20-N. A tenor de los últimos autos sacramentales, seguro que alguien lo celebrará. Pero el calendario es finito y la competencia muy dura. Lo saben bien los concelebrantes de nuestro Onze de Setembre, que debe competir con otras desgracias como el magnicidio de Allende en Chile o los atentados de las Torres Gemelas en Nueva York. En el caso del 20-N, la construcción del relato tiene un pecado original. Según el historiador Ricardo de la Cierva, ministro de........

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