Los conciertos de Madonna introducen una excepción en la paremia “quien espera desespera”. La reina del pop hizo esperar al entregado público de Barcelona más de ochenta minutos en cada concierto. Son muchos minutos, aunque no resulta difícil relativizarlos si los comparamos con los que t he common people espera cada día en los andenes de cercanías, en la ronda de Dalt o ante un Apple Store para pillar un nuevo modelo de iPhone. Yo no los esperaría ni por Marilyn Monroe rediviva, creo, pero me resulta más comprensible esperar algo que te gusta que alargar la ovación por algo que te ha gustado. Como mínimo los fans de Madonna van dándolo todo durante el concierto, bises incluidos, y luego dan media vuelta y se van. En cambio, a algunos amantes de la ópera nunca les parece un buen momento para volver a casa.

El 22 de julio del 2010, el hoy cuestionado Plácido Domingo triunfó tanto con Simon Boccanegra de Verdi en el Teatro Real de Madrid que la ovación final duró 16 minutos de reloj. Al trascender en prensa, en la siguiente función del día 25 el público quiso superarlo y aplaudió 25 minutos. Y el 28 de julio el récord subió hasta media hora de aplausos ininterrumpidos. Entonces, como suele pasar en estos casos, se desató una fiebre investigadora para acreditar las ovaciones más largas de la historia de la ópera y alguien leyó que en la Ópera de Berlín en 1988 habían estado aplaudiendo a Luciano Pavarotti durante 67 minutos seguidos.

Pero al final el récord mundial oficioso retornó a las movedizas manos de Domingo. Las crónicas aseguran que en 1991, en Viena, tras representar El mercader de Venecia el público le aplaudió durante 80 minutos, con 101 telonazos. Tantos minutos por detrás como Madonna por delante. Puestos a elegir, prefiero por delante.

QOSHE - Quien espera desespera - Màrius Serra
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Quien espera desespera

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06.11.2023

Los conciertos de Madonna introducen una excepción en la paremia “quien espera desespera”. La reina del pop hizo esperar al entregado público de Barcelona más de ochenta minutos en cada concierto. Son muchos minutos, aunque no resulta difícil relativizarlos si los comparamos con los que t he common people espera cada día en los andenes de cercanías, en la ronda de Dalt o ante un Apple Store para pillar un nuevo modelo de iPhone. Yo........

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