La casa en que nacieron mi padre y su inagotable lista de hermanos, la misma en que llegó al mundo el suyo y juraría que hasta mi bisabuelo, está en una callecita que ha cambiado tantas veces de nombre que no tengo la certeza de que aún se llame Lluís Vives como venía haciéndolo la semana pasada. Yo, como hizo mi tía Conxita, la tieta Crunch, hasta el final de sus días siendo una enérgica centenaria, me sigo refiriendo a ella con su Vulcano original. Paso de adaptarme a los consistoriales virajes de nomenclátor. Intolerables. Inde­seados.

Cerca de la Perla, de Congost, de la del Cigne, de la plaza del Diamant y junto a “l’acera fina” (por ser una de las primeras en recibir asfalto es como los viejos del lugar siguen llamando a la Abdó Terrades que figura en Google Maps), esa, la calle Vulcano es por su ardiente nombre y la historia ahí transitada (muy mía) mi calle favorita. La mejor de todas las calles de esta Barcelona veterana está en la Gràcia más profunda.

En esa Gràcia ahora de moda no solo por su famosa fiesta mayor –en realidad una avalancha de gente de otros distritos que, por lo visto, no tiene suficiente con los saraos propios, y de turistas que lo dejan todo hecho un asco: ¿les habrán dicho que aquí todo vale?–, sino porque no se sabe cómo ha conservado mucho encanto. Será por su aroma del pueblo que fue y que perpetúan los pocos vecinos de siempre. Los de toda la vida. Esos aborígenes del barrio que como la tieta Crunch no se aprenden los nombres nuevos de las calles viejas ni los constantes cambios de sentido o stops con que les torpedean el paso.

Pero hay una novedad que puede con ellos. Y es que las paredes de sus casitas que fan tan barri están a petar de grafitis sucios. Guarrería, no arte. Como el Ayuntamiento solo ayuda a liquidarlos si llevan mensajes intolerables (tourist go home ya vale), los aborígenes más listos de esta Gràcia acosada empiezan a incorporarlos. Claro que no comulgan con las burradas que ellos mismos añaden. Pero arriesgarse de noche con cuatro palabrotas pintadas (saben que las limpiarán volando) es mucho más ligero que pasar toda la mañana (una más) pegando brochazos blancos. Limpiar o que te limpien el grafiti. Es la gran cuestión ahora.

QOSHE - Asco de grafitis: ¿Quién limpia esta basura? - Margarita Puig
menu_open
Columnists Actual . Favourites . Archive
We use cookies to provide some features and experiences in QOSHE

More information  .  Close
Aa Aa Aa
- A +

Asco de grafitis: ¿Quién limpia esta basura?

10 0
29.03.2024

La casa en que nacieron mi padre y su inagotable lista de hermanos, la misma en que llegó al mundo el suyo y juraría que hasta mi bisabuelo, está en una callecita que ha cambiado tantas veces de nombre que no tengo la certeza de que aún se llame Lluís Vives como venía haciéndolo la semana pasada. Yo, como hizo mi tía Conxita, la tieta Crunch, hasta el final de sus días siendo una enérgica centenaria, me sigo refiriendo a ella con su Vulcano original. Paso de adaptarme a los consistoriales virajes de nomenclátor. Intolerables.........

© La Vanguardia


Get it on Google Play