Usted lo que tiene que hacer es beber agua de mar. Un buen vaso todas las mañanas. Y se le pasan todos los males. Ni un constipado. Huesos fuertes. Sanos. De acero. No, no digo aspirarla por la nariz, que también, que limpia. Lo que digo es que se la beba. A palo seco. Nos lo esconden, pero lo cura todo. Fíjese en mi. No he enfermado en mi vida. Ni en lo peor de la pandemia.

Transcribo hasta aquí el monólogo revelador al que me sometió un taxista madrileño hace ya un par de años. Me vio coja al subirme al coche (el sesamoideo, un huesecillo del que te aprendes el nombre solo si te lo partes) y, sintiendo despertar a su yo terapéutico, me habló también de teórica cuántica, de la agresividad de las hienas manchadas y de la caza de meteoritos en Alemania. No liberó el cerrojo del Tesla que conducía a trompicones sin quitarme el ojo de encima hasta asegurarse de que había captado el mensaje. Hay que beber un buen vaso de agua de mar todos los días. Me lo hizo repetir en voz alta.

La sequía esta que nos apaga los ánimos y nos limita la ducha me ha empujado a investigar la teoría del conductor curandero para descubrir que el biólogo francés Alain Bombard ya la demostró en 1952 al cruzar el Atlántico sin provisiones a bordo. Durante dos meses, en una lanchita de nada. Certificó que sí. Que se puede vivir solo con agua salada. Su hipótesis probada nos viene ahora que ni pintada y hay quien avanza su agosto al invierno vendiendo desaladoras o, más barato, agua de mar embotellada.

Sugiero, de paso, que comencemos a pensar ya en las gaviotas. Que las contemplemos con una mirada renovada. Si nos las zampáramos mataríamos dos pájaros de un tiro: ajustaríamos cuentas con la sequía interminable y con la espantosa plaga de las marrulleras aladas. Su dieta mejorada (a la habitual ingesta de agua oceánica suman sus brutales comilonas en restaurantes con terraza) seguro que ha elevado el sabor (horrendo, dicen) de su carne. Y si no, la receta de El Practicón (1894): “Chamuscarla mucho y lavarla bien con vinagre o coñac antes de echarla en la olla porque, si no, conserva cuando se cuece el sabor a pescado, que es el distintivo de su carne”.

QOSHE - Comer gaviota - Margarita Puig
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Comer gaviota

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02.03.2024

Usted lo que tiene que hacer es beber agua de mar. Un buen vaso todas las mañanas. Y se le pasan todos los males. Ni un constipado. Huesos fuertes. Sanos. De acero. No, no digo aspirarla por la nariz, que también, que limpia. Lo que digo es que se la beba. A palo seco. Nos lo esconden, pero lo cura todo. Fíjese en mi. No he enfermado en mi vida. Ni en lo peor de la pandemia.

Transcribo hasta aquí el monólogo revelador al que me sometió un taxista madrileño hace ya un par de años. Me vio coja al subirme al coche (el sesamoideo, un........

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