El camión es el rey de las carreteras españolas. Hay 360.000 vehículos matriculados, que cubren el 96% del transporte pesado de mercancías. Estos vehículos cada día recorren una media de 500 kilómetros para abastecer los principales mercados españoles y europeos.

El transporte de mercancías por carretera genera un 4,8% del PIB y da empleo directo a unas 600.000 personas. Es un sector estratégico que, sin embargo, afronta su futuro con incertidumbre. Hoy las empresas del sector, casi todas pymes, desconocen si tendrán que sustituir su flota de camiones, movidos por motores de combustión, por otros equipados con nuevas tecnologías, lo que obligaría a asumir inversiones millonarias que pondrían en peligro la viabilidad de muchas pequeñas y medianas empresas. Además, el aumento de costes derivaría en un incremento del precio de las mercancías, con la consiguiente pérdida de competitividad.

La UE está elaborando el reglamento de emisiones de CO2para nuevos vehículos pesados, que determinará qué tipo de camiones se pueden poner a la venta en los próximos años. Si solo se tienen en cuenta las emisiones en el tubo de escape, como se ha establecido para los coches, solo se podrán fabricar camiones eléctricos o de hidrógeno, dos tecnologías que aún se encuentran en fase de desarrollo para este sector y que no está claro que vayan a alcanzar siquiera el grado de madurez.

La UE no puede confiar la descarbonización del transporte de mercancías a dos únicas soluciones, sobre todo cuando existen otras alternativas asequibles y de rápida implantación, como los combustibles renovables neutros en carbono, que ya se están produciendo a partir de residuos orgánicos como el aceite de cocina usado. Estos carburantes son compatibles con los motores de combustión que utilizan los seis millones de camiones que circulan por Europa, así que el sector podría empezar a usarlos de forma inmediata y acercarse al objetivo de Bruselas de reducir sus emisiones un 15% en el 2025 y un 30% en el 2030.

Para generalizar el uso de los combustibles renovables es necesario que la UE apueste claramente por ellos, incluyéndolos en el reglamento de emisiones de CO2que se está negociando. De momento, el Parlamento Europeo ha reconocido la necesidad de usarlos para descarbonizar el transporte de mercancías e incluso ha pedido a la Comisión que elabore una metodología para permitir que los vehículos con motor de combustión que usen exclusivamente estos carburantes puedan seguir circulando por las carreteras.

Es un primer paso, aunque no definitivo, ya que el reglamento aún debe pasar una larga tramitación. Esperemos que la UE permita el uso de todas las soluciones que ayuden a reducir las emisiones de CO2en el transporte. De su decisión depende el futuro de un sector clave para la economía en un país que no cuenta con grandes ríos navegables o un transporte ferroviario de mercancías plenamente desarrollado, como sí ocurre en Centroeuropa.