La moda funcionaria del “siga reclamando” e “insista usted mañana” se ha instalado en la empresa privada de manera generalizada, como si en las escuelas de negocios se hubiera sustituido el módulo "atención al cliente" por uno de "estrategias para esquivarlo". Lo comenzaron a poner en práctica las low cost, pero –será por simpatía– ya nadie se molesta en ser competitivo por medio de la calidad de trato. Y por calidad queremos decir la voluntad de no hacer perder el tiempo.

Entiéndanlo: nadie se va a hacer más joven este 2024. Y no es que la edad nos vuelva más impacientes, sencillamente obedecemos al impulso de no desperdiciar la vida en gestiones inútiles y discusiones peregrinas. Y eso vale también para la relaciones laborales.

Al final, el sistema ha conseguido que el usuario tome la viva decisión de pasar de todo y concentrarse en el viaje interior. Ni palo ni zanahoria; se acabó. Entre los propósitos de año nuevo sube peldaños el de no necesitar nada de nadie que no esté dispuesto a facilitarlo. Y para esta vía zen basta con hacer un cálculo poniendo a un lado los costes de requerir y, en el otro, los de prescindir.

En la primera columna no olviden anotar la estrategia del contrario. Por ejemplo: si una aerolínea considera que le sale más a cuenta pagar el seguro de pérdida de maletas que tener un servicio de objetos perdidos es porque te está invitando a renunciar a facturar el equipaje. Y cuando te haya acostumbrado a embutir tus pertenencias en una maleta que quepa en cabina, te cobrará por ella el equivalente al asiento o más, al estilo del Caso del bacalao de Mortadelo y Filemón, en el que unos avispados venden bacalao a un duro y luego revientan las cañerías del pueblo para hacerse de oro vendiendo agua. En definitiva, o asumes el juego y pagas sin dolor o te niegas a volar aunque suponga hacer escalas inverosímiles.

Cuando se es joven y falta un trecho para el 2024, la vehemencia conduce a veces a la segunda opción. Pero con el tiempo se descubre que el buen viaje es aquel que te permite conocerte mejor y decidir, en consecuencia, cuáles han de ser tus nuevos propósitos. Una expedición que puede hacerse con un buen libro en tu propia habitación.