Cuando vi las imágenes del exjugador del FC Barcelona sentado en el banquillo –ironías del lenguaje–, durante la sesión inicial del juicio que afronta por el delito de agresión sexual, me vino a la mente el primer comentario que oí cuando el incidente solo había trascendido como una breve información: “A estos jugadores siempre se les acercan chicas a la caza de algo”. A mi interlocutor solo le faltó suspirar: “Pobre…”. Lejos de defender la presunción de inocencia, suponía la presunción de culpabilidad de la denunciante, calificada en un santiamén de joven en busca de dinero fácil. Busconas, listas, zorras. “Y si me divierto, la más zorra”, dice la canción de Nebulossa. En definitiva, van provocando y luego quieren sacar provecho.

Una escena de la película 'Creatura'

Supongo que detrás del vídeo posteriormente difundido por Alves, con la famosa declaración “no conozco a esa señorita”, estaba la intención de reforzar ese marco mental. Luego pasó de negar los hechos a admitirlos: del “nunca pasó”, al “sí consentido” con todas las de la ley. Ahora, que es el tiempo de la justicia, su defensa busca abiertamente atenuantes, y el acusado declara haber sufrido un juicio paralelo que, según él, invalida el proceso. El mismo juicio social, por cierto, que este quiso poner en marcha con su vídeo, y su entorno, con la difusión de la identidad de la joven en redes sociales.

La imagen de Alves en la portada del martes de La Vanguardia coincidió con la de los ganadores del Benidorm Fest, con Zorra, y la de la directora de Creatura, premiada en la noche de los Gaudí, una canción y una película que explicitan que el deseo femenino sigue siendo malinterpretado, omitido o dado por sentado. Quizás sea porque hasta hace poco históricamente no se había tenido en cuenta, y por fin se ha quitado de encima toneladas de miedo, vergüenza y culpabilidad.

Recordemos que hasta 1998 no hubo una descripción completa de la anatomía del clítoris; el artículo científico lo firmó una mujer. Lo que se elige ignorar es parte del constructo social de cada época. Y resulta que el deseo femenino es ambivalente, versátil, contradictorio. Es esquivo con el lenguaje y difícil de calcular. Dulce y amargo al mismo tiempo (en este orden), como escribe Anne Carson a partir de la poeta griega Safo: “Su naturaleza placentera nos sonríe abiertamente, pero su amargura es menos obvia”. Y así llegamos a la actualidad con la misma indefinición respecto al deseo que la de aquel pensador del siglo IV (en su caso, referido al concepto de tiempo): si nadie me lo pregunta, lo sé. Si quisiera explicarlo, lo ignoro.

Si la película de Elena Martín ha tenido una notable acogida es porque sitúa la cámara frente a esa zona gris que comienza a explorarse a una edad temprana, cuando se ponen a prueba las fronteras. La protagonista arrastra una intimidad sexual conflictiva, tanto con su pareja como consigo misma. En saltos temporales, presenciamos su adolescencia durante veranos en la Costa Brava, de curiosidad hacia el propio cuerpo y el del otro, esa iniciación al juego de gustar físicamente y que, para las mujeres, cuando la belleza fácil y desenfadada de la juventud se aleja, se convierte en presión por no desaparecer.

“Ser mujer es ser una actriz. Ser femenina es una especie de teatro. Desde la primera infancia se adiestra a las niñas a preocuparse de modo exagerado y patológico por su apariencia”, señaló Susan Sontag (Sobre las mujeres, Debate, 2024). Y en la pulsión por descubrir, la chica de quince años mira, acaricia, besa y acaba dando placer a un amigo, aunque no sabemos si es lo que quería de verdad. Pronto le llegarán voces de que la llaman “guarra” en corrillos. Esos chismes quiebran algo en su interior que aflora no con palabras, sino con una reacción en la piel, una urticaria que volverá a manifestarse cuando, años después, regrese a ese lugar.

“La gran memoria de la vergüenza, más minuciosa, más intratable que cualquier otra. Esa memoria que es, en suma, el don de la vergüenza”, escribió Annie Ernaux al relatar un episodio similar en Memoria de chica (Cabaret Voltaire, 2021), cuando pierde controvertidamente su virginidad con un monitor durante un campamento, y en el que no falta el escarnio de los presentes. El mapa del deseo no es simple, y mucho menos cuando su trazado está surcado de antemano.

QOSHE - Juicios paralelos - Marta Rebón
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Juicios paralelos

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08.02.2024

Cuando vi las imágenes del exjugador del FC Barcelona sentado en el banquillo –ironías del lenguaje–, durante la sesión inicial del juicio que afronta por el delito de agresión sexual, me vino a la mente el primer comentario que oí cuando el incidente solo había trascendido como una breve información: “A estos jugadores siempre se les acercan chicas a la caza de algo”. A mi interlocutor solo le faltó suspirar: “Pobre…”. Lejos de defender la presunción de inocencia, suponía la presunción de culpabilidad de la denunciante, calificada en un santiamén de joven en busca de dinero fácil. Busconas, listas, zorras. “Y si me divierto, la más zorra”, dice la canción de Nebulossa. En definitiva, van provocando y luego quieren sacar provecho.

Una escena de la película 'Creatura'

Supongo que detrás del vídeo posteriormente difundido por Alves, con la famosa declaración “no conozco a esa señorita”, estaba la intención de reforzar ese marco mental. Luego pasó de negar los hechos a admitirlos: del “nunca pasó”, al “sí consentido” con todas las de la ley. Ahora,........

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