De Las Vegas nos llegan muchas noticias y no todas son para echarse a temblar. Hay alguna sugerente, como la restauración en 4K de la película Corazonada (1982), de Francis Ford Coppola, todo un homenaje a la ciudad de los neones protagonizado por estrellas como Harry Dean Stanton, Teri Garr y la Nastassja Kinski más luminosa. Con Tom Waits en la banda sonora. Pero este delicioso reencuentro con el mejor cine es una excepción. Las Vegas, más allá de ser el epítome de la ciudad insostenible, no solo insiste en agitar su indigesto cóctel de ludopatía, turismo familiar, sexo de pago y congresos, sino que se consolida como la capital del cuanto más desmesurado, mejor. No hay experiencia inmersiva más brutal que la de su Esfera; su GP de Fórmula 1 marca la pauta de los circuitos urbanos que amenazan con desplazar a los tradicionales (Madrid versus Barcelona) y los combates de boxeo alcanzan desde allí resonancia global. Su última apuesta vencedora (la banca siempre gana) ha sido acoger el partido bufo celebrado anoche entre Nadal y Alcaraz, retransmitido por Netflix. Lo de menos es cómo jugaron dos tenistas enormes pero desmotivados y renqueantes por las lesiones: la audiencia que tuvo la exhibición se presupone tan espectacular (y mareante) como su puesta en escena.

Pero, llegados aquí, sería pertinente preguntarse: ¿hay futuro para el deporte más allá del formato de gala televisiva? Ojalá que sí. Para el buen aficionado, el tenista que llega a una final no es una seta que brota en pleno desierto de Nevada. El carisma de cada finalista lo determina a qué rivales ha eliminado durante el torneo y de qué modo. El público y el tenista tejen ronda tras ronda, en una o dos semanas de convivencia, una relación de cariño o de animadversión. Es habitual en los torneos históricos de club y está en la esencia misma del tenis. Es el tenis de proximidad que desafía al circo global.

Carlos Alcaraz y Rafa Nadal disputaron este domingo el 'Netflix Slam' en Las Vegas, que acabó con triunfo del murciano en el super tie-break

Esta reflexión vale para el fútbol: Las Vegas sería en este caso el equivalente de una Superliga que rechazan la Premier y los equipos modestos y no tan modestos que aún creen en la meritocracia. También el fútbol de barriada que florece en Barcelona de la mano del CE Europa o del Sant Andreu y que tiene algo de revuelta popular contra la ciudad turística y la soberbia de los clubes hegemónicos. Es el barrio contra Las Vegas.

QOSHE - Lo que pasa en Las Vegas - Miquel Molina
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Lo que pasa en Las Vegas

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04.03.2024

De Las Vegas nos llegan muchas noticias y no todas son para echarse a temblar. Hay alguna sugerente, como la restauración en 4K de la película Corazonada (1982), de Francis Ford Coppola, todo un homenaje a la ciudad de los neones protagonizado por estrellas como Harry Dean Stanton, Teri Garr y la Nastassja Kinski más luminosa. Con Tom Waits en la banda sonora. Pero este delicioso reencuentro con el mejor cine es una excepción. Las Vegas, más allá de ser el epítome de la ciudad insostenible, no solo insiste en agitar su indigesto cóctel de ludopatía, turismo familiar, sexo de pago y congresos, sino que se........

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