Por más polémico que sea el acuerdo entre PSOE y Junts para la investidura de Pedro Sánchez, ha de ser administrado desde la serenidad. Tanto por los que están de acuerdo como por los que están en contra. El acuerdo, que se complementa con la adhesión de otros partidos de la Cámara de los Diputados, confirma una mayoría suficiente que tiene, además, la voluntad de proyectarse durante toda la legislatura. Por tanto, no es un acuerdo puntual ni de corta duración; hará falta, por parte de todos, prepararse para un largo camino, con episodios muy diferentes y, en algunos casos, de alta trascendencia.

La presidenta del Congreso, Francina Armengol, convocó ayer el pleno del debate de investidura de Pedro Sánchez para este 15 y 16

Seguramente, después de la transición es la etapa más potencialmente conflictiva de la España democrática, al amparo de la Constitución del 78. No más difícil; salir de una dictadura era mucho más complicado que hacer frente a los retos de toda clase que ahora se nos plantean. Pero no hay que negar que el escenario es complicado y se necesitará de mucha serenidad por parte de todos para hacerle frente.

El acuerdo, sus objetivos, todos los antecedentes que lo rodean, pueden propiciar –ya lo hacen– una radicalización muy peligrosa que no nos ayudará en nada a la superación del conflicto. La discrepancia no gana en autenticidad por expresarse desde el exabrupto ni la descalificación y, aún más, desde los alborotos. Así no se fortalece la argumentación de cada uno; al contrario, se debilita, se diluye.

El escenario del debate que el acuerdo comporta es el del Parlamento. Mayorías y minorías han de contrastar allí sus discrepancias. Cada institución tiene su papel; y el del Parlamento es construir los espacios de libertad que la democracia reclama. Y, el acuerdo de investidura no agota el debate en este momento; son muchas las iniciativas que en el marco constitucional se deberán tramitar y, por tanto, muchos los momentos en que la argumentación de la discrepancia se deberá exponer. Y en que se podrá comprobar hasta qué punto los acuerdos tienen eficacia social.

Pero, a pesar de todo, las discrepancias podrán subsistir; podrán descansar en interpretaciones diferentes del alcance de las previsiones constitucionales a las que los acuerdos adoptados dicen someterse. Y será el Tribunal Constitucional el que tendrá la última palabra. Más allá de apriorismos y sesgadas valoraciones, el TC está llamado a definir, finalmente, la coherencia de todo aquello que se deriva del acuerdo. Invocar la constitucionalidad o la inconstitucionalidad de las decisiones parlamentarias comporta la aceptación de que el TC resuelva en última instancia.

Las instituciones tienen un importantísimo papel a jugar en esta coyuntura. Los poderes del Estado han de aceptar lo que les toca hacer y no invadir el campo de los otros poderes. El legislador, legisla; el Ejecutivo, administra y gobierna; la Justicia, desde su acreditada independencia, revisa y vela para que la ley sea respetada; el TC valida el equilibrio institucional y preserva el texto y los valores constitucionales. El acuerdo que se comenta es en este marco que deberá ser interpretado; y todos los que lo promueven saben que al suscribirlo lo han hecho en el marco que la Constitución establece. Incluso, para cambiarlo; pero desde la propia Constitución.

Queda mucho por hacer y por desplegar. No sobra la invitación a que la serenidad por parte de todos presida y acompañe esta etapa. El acuerdo se califica de histórico; que lo sea de verdad depende de la serenidad con que se administre y de la voluntad convivencial que se ponga de manifiesto. Empieza una nueva etapa; que la serenidad la acompañe.

QOSHE - Serenidad - Miquel Roca Junyent
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Serenidad

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14.11.2023

Por más polémico que sea el acuerdo entre PSOE y Junts para la investidura de Pedro Sánchez, ha de ser administrado desde la serenidad. Tanto por los que están de acuerdo como por los que están en contra. El acuerdo, que se complementa con la adhesión de otros partidos de la Cámara de los Diputados, confirma una mayoría suficiente que tiene, además, la voluntad de proyectarse durante toda la legislatura. Por tanto, no es un acuerdo puntual ni de corta duración; hará falta, por parte de todos, prepararse para un largo camino, con episodios muy diferentes y, en algunos casos, de alta trascendencia.

La presidenta del Congreso, Francina Armengol, convocó ayer el pleno del debate de investidura de Pedro Sánchez para este 15 y 16

Seguramente, después de la transición es la etapa más potencialmente conflictiva de la España democrática, al amparo de la Constitución del 78. No más difícil; salir de una dictadura........

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