Esta semana de Sant Jordi hemos vivido, una vez más, la habitual doble exal­tación de la pasión libresca y el amor interpersonal. Para volver a poner los sentimientos en su sitio conviene recordar que una cosa son las rosas que te regalan y otra la cruda realidad.

Fijémonos, pues, en un caso sumamente interesante que hace unas semanas tuvo lugar en Vigo y que demuestra que de vez en cuando conviene bajar de la higuera. Una madrugada, sobre las tres y media, alguien avisó al 092 de que había una fuerte pelea en una casa de la calle Volta. Acudió la policía local, que ya desde la calle pudo oír el griterío. Un hombre pedía a una mujer que se calmara. Por la ventana vieron cómo forcejeaban. Consiguieron entrar en la vivienda. Por todas partes había muebles, puertas y cristales rotos. El hombre sangraba de dos heridas, una en la mejilla y otra en la boca. Explicó a los policías que su mujer –eran pareja, pues– lo había golpeado con una mesa, y que le había amenazado con matarlo con un hacha y un arpón de pesca submarina que llevaba en la mano. Antes, había destrozado con un ladrillo todos los cristales del coche del hombre; un Renault Scenic, detalla la prensa gallega.

La mujer asintió. Explicó a los polis que todo lo que decía el hombre era verdad, pero que lo había hecho porque estaba harta de reprocharle que no se cuidara bastante y de pedirle que lo hiciese, por favor, y que él no le hacía caso. Lo había hecho por amor, pues. Por amor en su máxima expresión: t’estimo tant que t’apunyego.

A ella la detuvieron como presunta autora de un delito de “violencia en el ámbito familiar” y a él lo llevaron a un hospital. Este Sant Jordi no se han intercambiado rosas, sobre todo porque en Galicia esta costumbre ramplona no se estila en absoluto.

QOSHE - Te quiero mucho - Quim Monzó
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Te quiero mucho

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25.04.2024

Esta semana de Sant Jordi hemos vivido, una vez más, la habitual doble exal­tación de la pasión libresca y el amor interpersonal. Para volver a poner los sentimientos en su sitio conviene recordar que una cosa son las rosas que te regalan y otra la cruda realidad.

Fijémonos, pues, en un caso sumamente interesante que hace unas semanas tuvo lugar en Vigo y que demuestra que de vez en cuando conviene bajar de la higuera. Una madrugada, sobre........

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