Es un spot televisivo. En un convento, dos filas de novicias avanzan por el claustro y hacen cola para comulgar. Una monja chusquera coge un cáliz que hay en un rincón y ve que está vacío, sin hostias. Pero en una repisa ve una bolsa de patatas fritas Amica Chips y medio sonríe. Cuando la primera novicia –una preciosidad digna de Benedetta de Verhoeven– llega ante el cura, el hombre tiene ya el cáliz en las manos. La novicia abre la boca, el sacerdote (miope como Rompetechos y con las gafas sucias) le pone en los labios lo que en principio le parece una hostia. La chica muerde la patata con un sonido crujiente y abre los ojos en éxtasis.

La Asociación Italiana de Espectadores ha reaccionado indignada: “El paralelismo entre la hostia y la patata frita es ultrajante”. Consideran que es una falta de respeto y una blasfemia. En las redes, las opiniones están divididas, pero no en la asociación de espectadores, radicalmente católica.

Amica Chips es la misma marca de patatas que hace cerca de veinte años hizo aquel otro spot con Rocco Siffredi, que se paseaba al lado de una piscina, rodeado de mujeres mientras jugaba con el doble sentido de la palabra patata: “Yo me he comido muchas patatas: sabrosas, fragantes... No puedo vivir sin ellas. Las he probado todas: americanas, alemanas, francesas, holandesas, con sorpresa... Las comemos así, sin cumplidos, incluso tres al mismo tiempo, pero no hay ninguna como esta. Fíate de uno que las ha probado todas: Amica Chips es la mejor”.

Anteayer, martes, el comité de control del Instituto de Autodisciplina Publicitaria italiano ha vetado la emisión del anuncio. Todos contentos. La asociación de espectadores porque ha conseguido lo que quería y Amica Chips y la agencia publicitaria Lorenzo Marini porque ha tenido más difusión de la que habría conseguido si la campaña no hubiera escandalizado a cuatro meapilas. Un win-win.

QOSHE - Todos contentos - Quim Monzó
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Todos contentos

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11.04.2024

Es un spot televisivo. En un convento, dos filas de novicias avanzan por el claustro y hacen cola para comulgar. Una monja chusquera coge un cáliz que hay en un rincón y ve que está vacío, sin hostias. Pero en una repisa ve una bolsa de patatas fritas Amica Chips y medio sonríe. Cuando la primera novicia –una preciosidad digna de Benedetta de Verhoeven– llega ante el cura, el hombre tiene ya el cáliz en las manos. La novicia abre la boca, el sacerdote (miope como........

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