¿Se puede criticar la intervención militar israelí en la franja de Gaza sin caer en el antisemitismo? Una respuesta ambigua sobre si apoyar el genocidio de los judíos viola el código ético de sus instituciones les ha costado el cargo a Claudine Gay, la primera mujer negra que llegó a la presidencia de la Universidad de Harvard, y a Elizabeth Magill, rectora de la de Pensilvania. Ambas sellaron su destino cuando contestaron que dependía del contexto, un tecnicismo que desencadenó la retirada de fondos de decenas de donantes que nutren las arcas de los centros y su inevitable caída.

Claudine Gay

La colisión entre la libertad de expresión y la trascendencia de las palabras reaparece cuando se califica de genocidio la matanza de palestinos inocentes, equiparando a los judíos con su verdugo Adolf Hitler. No es extraño, pues, que el debate se viva con intensa emoción en Alemania, responsable del indudable genocidio causado por el nazismo. Estos días es habitual ver en las fachadas de los ayuntamientos alemanes la bandera de Israel ondeando al lado de la europea y la nacional. La culpa colectiva heredada de los millones de judíos gaseados por los nazis convierte en una razón de Estado la defensa de Israel y su derecho a existir. Incluso la nueva ley que regulará la adquisición de la nacionalidad alemana incluye un apartado contra el antisemitismo que implica aceptar la responsabilidad histórica derivada del régimen nazi.

Pero las barreras burocráticas no son suficientes para detener la oleada de nazificación que azota el país. Así, a finales del 2023, una veintena de miembros de la ultraderecha se reunieron en un hotel de Potsdam para diseñar la deportación de dos millones de personas de origen foráneo, con el objetivo de preservar la identidad de Alemania. En enero de 1942, en una casa del barrio de Wannsee, cerca de Berlín, la cúpula nazi planificó la destrucción del judaísmo en Europa en la llamada solución final.

Ocho décadas separan los dos encuentros, pero el paralelismo es evidente. Cuando se retuercen las palabras y se manipula la historia nos exponemos a repetir los peores capítulos de la barbarie humana. Y estamos más cerca que nunca.