Hay muertes que señalan a toda una generación, y la de Matthew Perry ha ido directa a los corazones de los boomers que enloquecieron con Friends y lloraron su final, quedando huérfanos para siempre. Pero la muerte de Perry ha puesto al descubierto la delgada línea entre la realidad y la ficción en la propia vida. El río abajo devastador que puede llegar a ser el éxito y el refugio llamado adicciones, del que son pocos los que logran salir y muchos los que malviven con ellas.

Perry hizo un alegato contra el alcoholismo en su libro de memorias Amigos, amantes y aquello tan terrible . Cada año se producen tres millones de muertes debido al consumo de alcohol, según la OMS. Para Perry, el alcohol fue uno de sus infiernos particulares. Cuando tenía 15 años bebía dos litros de cerveza al día para rebajar la ansiedad y aplacar sus demonios internos. Con la llegada del éxito, el descenso a los infiernos fue proporcional: bebía y tomaba opiáceos a diario.“El alcoholismo te quiere solo, te quiere enfermo y te quiere matar”, declaró. Lo comenzó todo para huir, para sostener esa mente que desde pequeño había quedado dañada por la soledad, la falta de amor y el exceso de tormento. Matthew Perry estuvo en clínicas de desintoxicación y se gastó millones de dólares en terapia para salir de su looping mortal. “Estar vivo para mí es un milagro”, dijo en más de una ocasión.

Puede que él mismo y quienes le conocían más allá de Chandler consideraran su muerte como algo numerosas veces anunciado. “Los adictos tenemos una enfermedad a la que no le importa si tienes éxito o no”, escribía en sus memorias.

La normalización del alcoholismo en nuestra sociedad destruye miles de vidas, que, como Matthew, usan a diario “una copa” o varias para rebajar su ansiedad, sus angustias interiores. Vivir entre tinieblas lo hacen millones de personas que quedan invisibilizadas por la permeabilidad social existente.

Matthew Perry convirtió su mansión de Malibú en el 2013 en un centro de ayuda a la desintoxicación. Quiso compartir su infierno para ofrecer comprensión y rebajar la soledad de los que padecen esa terrible enfermedad. Ojalá su muerte sirva para sensibilizar de que detrás de un consumo frecuente de alcohol existe un infierno no compartido.