Escribo este artículo un poco arrastrada por el desánimo de un amigo independentista con el que hace un tiempo teníamos acaloradas discusiones. Como ninguno de los dos tenía la razón absoluta, sino cada uno las suyas, solíamos pactar tablas. Un ni pa’ti ni pa’mí que cantaba Estopa.

Esta vez, años después, ya no discutiría con él porque no puedo estar más de acuerdo: “En Catalunya no sabemos qué país queremos”. Y no lo dice por lo de la amnistía. Ni siquiera por si referéndum sí o no, o independencia sí, no o a medias, o por cosas menos prosaicas como la financiación o el traspaso de Rodalies.

Estos son los temas que entretienen el debate político, en bucle. Pero, en el entretanto, nadie gobierna. Transcurren los meses y los años, y grandes proyectos de país permanecen encallados como un barco a la deriva. Un ejemplo lo tuvimos en el debate energético que pasó sin pena ni gloria por el Parlament hace unos días. De nuevo constatamos que Catalu­nya sigue a la cola de Europa en renovables y que así llevamos diez años... Ocurre que aquí hay quien le ha cogido el gusto a montar una plataforma cuando sale un proyecto. Para reventarlo, claro. Y si no es una plataforma, es un partido político interesado en capitalizar la protesta electoralmente. O, peor, una institución que escurre el bulto.

Toda iniciativa genera un conflicto. Marca Catalunya. Luego nos sorprendemos de que distintos promotores económicos desistan de hacer nada (trabas burocráticas aparte). Se hartan. Tal ingenio vitriolo se ha visto con los Juegos de invierno, con la Copa América de Vela, con el cuarto cinturón, con las políticas contra la sequía, con la ampliación del aeropuerto, con el modelo para la ciudad de Barcelona... Lamentablemente, la lista no se agota en los proyectos de energías renovables.

Existe en Catalunya una extraña fobia a los consensos básicos contraída de un tiempo a esta parte, sobre todo en la última década. Ha coincidido con el procés, pero no solo. Dinamitar esos consensos ha sido el camino más sencillo para instalarse en el bloqueo. Puede que la sociedad catalana no esté tan dividida como parece, sino que empieza a ser víctima de sus propias contradicciones. Pues mal.

QOSHE - Catalunya no sabe qué quiere - Susana Quadrado
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Catalunya no sabe qué quiere

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02.11.2023

Escribo este artículo un poco arrastrada por el desánimo de un amigo independentista con el que hace un tiempo teníamos acaloradas discusiones. Como ninguno de los dos tenía la razón absoluta, sino cada uno las suyas, solíamos pactar tablas. Un ni pa’ti ni pa’mí que cantaba Estopa.

Esta vez, años después, ya no discutiría con él porque no puedo estar más de acuerdo: “En Catalunya no sabemos qué país queremos”. Y no lo dice por lo de la amnistía. Ni siquiera por si referéndum sí o no, o independencia sí, no o a medias, o por........

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