Al final no fue el pato de Ayuso, y tampoco el de Almeida. En efecto sí que estaba muerto, pero el ánade patas arriba cuya fotografía Más Madrid –con las vivas de los animalistas– hizo circular en las redes sociales como prueba de la escabechina animal de la mascletà del domingo en Madrid Río se quedó en pato supuesto. O en supuesto pato. Unos días después de que se organizara la enésima polémica marciana de esta temporada, se ha descubierto que el pato difunto tenía más de bulo que de verdad. Ahora resulta que nadie sabe ni remotamente de dónde salió el pobre bicho de la foto, cuándo pasó a mejor vida, ni por qué. El tema daría para unas risas si no fuera porque los animalistas deberían elegir bien sus causas para evitar el ridículo.

Otrosí. A una le maravilla la imaginación que demuestran casi a diario tanto la fachosfera como el equipo de opinión sincronizada, que vendría a ser su equivalente en la izquierda. Fueron estos, los segundos, los que montaron el escándalo por la mascletà . A cuenta del pato, ha habido casi de todo: desde alusiones a una hecatombe animal por el estruendo de la pólvora hasta invocaciones absurdas a la apropiación cultural, incluso al “colonialismo”, de la capital. Todo bastante delirante.

Lo de montar la mascletà en Madrid no deja de ser una catetada de Almeida con el entusiasta apoyo de Isabel Díaz Ayuso. Una pertenece al grupo de quienes creen que las tradiciones no deberían sacarse nunca del sitio de donde nacen. Por seguir con el absurdo, imaginemos una tomatina en la Puerta del Sol, unos sanfermines en el Bernabéu, un jaleo en la Plaza Mayor o una batalla del vino en la Sierra... Suena ridículo porque lo es.

Puede no gustarnos en absoluto la idea del PP de Madrid de tirar petardos valencianos, y menos quemando el dinero de todos los madrileños. Pero esta vez la cosa no va de apropiaciones culturales. La mascletà fue una mera escenificación, otra, de que Madrid y València van a una. Sin más. Que al Madrid del PP se le ha quedado pequeña Madrid, hace tiempo que lo sabíamos. Si el equipo de la sincronizada quiere montar a Ayuso un pato, ay perdón, un pollo, que se fijen en las residencias de abuelos. Ahí sí que está el escándalo.