Hoy en España se han despoblado los guindos de golpe. Sabíamos que el dinero abre puertas, incluso la de las celdas. Sabíamos que violar puede salir muy barato, ley del solo sí es sí mediante. Sabíamos que la justicia es igual para todos, excepto si tienes dinero. Todo eso ya lo sabíamos. Pero que tres magistrados de la Audiencia de Barcelona, una abogada lista y un hombre que se creyó tocado por Dios nos lo restrieguen por la cara como si fuéramos idiotas, pues cómo decirlo... Pues cabrea. Vaya si cabrea.

Si esta tremenda caída del guindo nos duele, si la leemos como un insulto a las víctimas de la violencia sexual, imagínense lo que debe sentir ahora mismo la mujer a la que el futbolista violó en el lavabo de una discoteca. Para ella no hay paliativos.

El ex jugador brasileño del FC Barcelona Dani Alves

El Alves violador, condenado, sale de la cárcel porque el Alves rico puede permitirse pagar 1 millón de euros. No consiguió que la fama pagara su inocencia. Sí ha logrado que el dinero le procure un camino más fácil y corto hacia su libertad. Este señor tiene estimado su patrimonio en 55 millones, en estos momentos en stand-by, congelado, de modo que ni siquiera pagará él la fianza del millón, sino que lo hará en su nombre el padre de Neymar.

Eso sí, todo ajustado a ley. Una ley que no hay quien entienda desde el sentido común, que no es precisamente el de la Justicia. Alves debería estar muy agradecido a la exministra Montero y a su abogada. A la primera, porque la ley del solo sí es sí rebajó la pena por agresión sexual con penetración, que pasó a ser de 4 a 12 años (antes, de 6 a 12). Y a la segunda por decidir ingresar 150.000 euros, valiendo esa calderilla para el brasileño como atenuante por reparación del daño y, en consecuencia, como un importante recorte de la pena. Cuatro años y medio de condena por violar. Y Alves sale cumplida una cuarta parte. Barato, barato.

El brasileño se irá a casita a esperar la sentencia definitiva. Le quitan el pasaporte. A decir del único magistrado del tribunal que ha discrepado de la libertad provisional, podría fugarse, tiene dinero o amigos con dinero. Sospecho que le conviene más esperar a que la sentencia sea firme y gozar pronto de los beneficios penitenciarios. Pero a saber si por su cabeza divina pasa volver a jugársela.