Un día sí y otro no me encuentro con mi vecina, en la escalera, en el ascensor o en el portal. Le dispenso un saludo seco, pero ella siempre se muestra ávida de charlas, y como sucede en casos tales cuando no hay cosa de que hablar, se recurre al tiempo. El día menos pensado le responderé a gritos destemplados porque sus comentarios son tan radicalmente opuestos a los míos que me cuesta aguantarme.

Cuando el sol luce mi vecina, que se llama Paulina, muestra su faz sonriente porque a su entender hace muy buen día, aunque el termómetro supere los 30º y estemos en febrero, aunque haya tres semanas que no cae ni una gota, aunque los ríos bajen semisecos, aunque el riesgo de incendios amenace. Trato de explicarle que, si en pleno invierno salen de su letargo algunos animales y brotan las yemas de los árboles, eso es una anomalía de la naturaleza que nada bueno puede augurar.

Con tono pausado trato de evidenciarle los beneficios del agua como elemento primordial para la supervivencia de cualquier ser vivo, que la lluvia nos riega además de con agua con riqueza. La acumulación de nieve en las montañas, además que, para esquiar, es como la perfecta caja de ahorros, donde no te cobran intereses y extraes los ahorros según los necesites. Ella cree que lo de restringir el agua es cosa de otros sitios y que aquí no se dará, que la desertización o el deshielo son mensajes apocalípticos de mentes desocupadas. Cuando los embalses se vacíen se puede traer agua de Rusia o de Marte. Así también pensaban los alemanes, que a ellos no les afectaba cuando se perseguía a judíos o a maricones, y pensando así el nazismo estuvo a punto de dominar el mundo. Me parece que me enfrento a un frontón donde todo rebota.

Ella no tiene ningún tipo de negocio, pero me hace ver, y en eso no le falta razón, que con altas temperaturas y días despejados el consumo se reaviva y algunas economías se lucran con ello. Lo que no dice, o no piensa es que ese supuesto beneficio puede derivar a la larga en un sonoro fracaso. La historia está escrita a base de sucesivas épocas de «pan para hoy y hambre para mañana».

Los escasos días en que mi vecina se olvida de mentarme el tiempo es para quejarse de lo cara que está la cesta de la compra. La leche, el aceite y hasta el agua está por las nubes y le tengo que corregir que a mí lo que me parece que está carísimo son los productos de McDonald. Son puntos de vista.

QOSHE - Desastroso buen tiempo - Juan Miguel Fernández
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Desastroso buen tiempo

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21.02.2024

Un día sí y otro no me encuentro con mi vecina, en la escalera, en el ascensor o en el portal. Le dispenso un saludo seco, pero ella siempre se muestra ávida de charlas, y como sucede en casos tales cuando no hay cosa de que hablar, se recurre al tiempo. El día menos pensado le responderé a gritos destemplados porque sus comentarios son tan radicalmente opuestos a los míos que me cuesta aguantarme.

Cuando el sol luce mi vecina, que se llama Paulina, muestra su faz sonriente porque a su entender hace muy buen día, aunque el termómetro supere los 30º y estemos en febrero, aunque haya tres........

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